SAPUCAIA DO SUL (Rio Grande do Sul), Brasil, 29 de noviembre de 2010 (ACNUR) – La historiadora palestina Hayat Saleh nació en Haifa en 1947, antes que la ciudad pasara a pertenecer al territorio israelí, y migró con su familia para el Líbano después de la creación del Estado de Israel, a finales de los años 40.
Durante la universidad, en el Líbano, conoció a su marido, un palestino profesor de letras que tenía parte de su familia viviendo en Brasil desde los años 50. En 1980, después de una temporada en Libia, el matrimonio se mudó para Brasil y se unió a la familia del marido en el interior del Estado de Rio Grande do Sul. Desde hace treinta años Hayat trabaja con refugiados palestinos y colombianos reasentados en ese Estado, ayudándolos en el proceso de integración local.
Hayat recuerda que los primeros meses en Brasil fueron difíciles y tristes. “Creía que no podría viajar para el Líbano durante las vacaciones para ver a mi familia, de la misma forma que hice durante muchos años mientras trabajaba en Libia. Pero Brasil quedaba mucho más lejos y los pasajes eran muy caros”.
Ella recuerda, con un aire de reproche, que tardó bastante tiempo en adaptarse y aprender el portugués. “Hoy día sé que la dificultad en acostumbrarme a la cultura se debió a mi falta de disposición y voluntad. No quise adaptarme porque estaba deprimida. Acabé cerrándome a Brasil por muchos años”, reflexionó. Pero con el nacimiento de su hijo y con el paso de los años, Hayat comenzó a sentirse como en casa en la ciudad de Sapiranga, en la región metropolitana de Porto Alegre, capital del Estado de Rio Grande do Sul.
Aunque ya estuviese trabajado como voluntaria con refugiados palestinos en el Líbano, su actual experiencia con ACNUR, como agente de integración local, tuvo un significado especial para ella.
Su marido falleció poco antes de la llegada de los refugiados palestinos a Brasil, entre octubre y noviembre de 2007. Al ser informada por la comunidad palestina sobre el inminente reasentamiento de los refugiados en el Estado de Rio Grande do Sul, ella se unió al equipo de la Asociación Antônio Vieira (ASAV) – organización no gubernamental responsable por el Programa de Reasentamiento en Rio Grande do Sul – como traductora. El contrato inicial de un año vino siendo renovado y hoy ella también trabaja con los refugiados colombianos atendidos por ASAV.
En base a su experiencia ella afirma que la calidad de la integración depende mucho de la buena voluntad y de la predisposición de los propios refugiados. “Siempre existen personas luchadoras, que quieren reconstruir sus vidas, y perdedoras, que nunca quisieron integrarse. Cuando mis padres salieron de Palestina no existía asistencia humanitaria, tampoco una organización como ASAV o una legislación como la brasileña que ayuda y protege a los refugiados. Al huir para el Líbano, mis padres tuvieron que luchar para sobrevivir y todos sus siete hijos consiguieron cursar la facultad. Muchos de los palestinos que vinieron para Brasil no aprovecharon la oportunidad y las facilidades que ofrece el programa”, observó.
Para ella el programa puede ser mejorado, “como cualquier otro proyecto que es implementado por primera vez”. Sin embargo, reconoce que su actuación en el equipo de ASAV trajo logros personales para ella. “Acepté este trabajo por solidaridad con el sufrimiento de los refugiados. La tristeza y la tragedia de aquellas personas fueron mis mayores incentivos. Pero también buscaba una forma de salir de la depresión que vivía desde la muerte de mi marido. Vi en ese trabajo una oportunidad de ocupar mi tiempo y fue ese trabajo lo que me quitó la depresión” reveló Hayat.
Por Janaina Galvão, en Sapucaia do Sul, Rio Grande do Sul, Brasil