La Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes es un hito para la solidaridad y la protección de los refugiados, en un momento en el que el desplazamiento llega a cifras sin precedentes a nivel mundial.
Adoptada por todos los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas en septiembre de 2016, contiene compromisos históricos y de amplio alcance, que reafirman el compromiso de los Estados Miembros con el respeto de los derechos humanos de los refugiados y los migrantes, y apoya a los países que los acogen.
Una visión de responsabilidad compartida
A medida que el desplazamiento masivo en todo el mundo sigue creciendo, suelen ser los países de ingresos bajos y medianos los que asumen gran parte de la responsabilidad hacia las personas refugiadas. Mientras tanto, la respuesta mundial a los movimientos a gran escala sigue siendo insuficiente y la falta de fondos deja a los refugiados con un futuro incierto. La Declaración de Nueva York establece una visión para una respuesta más predecible y más integral a estas crisis, conocida como Marco de Respuesta Integral para los Refugiados (CRRF, por sus siglas en inglés). Este promueve un mayor apoyo para las personas refugiadas y los países que las acogen.
Por qué la inclusión es clave
En el centro de este enfoque está la idea de que los refugiados deben ser incluidos en las comunidades de acogida desde el principio. Cuando las personas refugiadas tienen acceso la educación y al mercado laboral pueden desarrollar sus habilidades y ser autosuficientes, contribuyendo a la economía local e impulsando el desarrollo de las comunidades que los acogen. Permitir que las personas refugiadas se beneficien de los servicios nacionales y sean incluidos en los planes nacionales de desarrollo es esencial tanto para los refugiados como para las comunidades de acogida y es coherente con la promesa de “no dejar a nadie atrás” de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
En la Declaración de Nueva York, los Estados miembros reconocen que los campamentos de refugiados “deberían ser la excepción” y una medida temporal en casos de emergencia. En cambio, las personas refugiadas deberían poder vivir en las comunidades de acogida. Al ayudar a los refugiados a progresar, y no sólo a sobrevivir, podemos reducir el riesgo de estancias prolongadas y disminuir la dependencia de los refugiados de la ayuda humanitaria.
Cómo lograr esta visión
Para apoyar mejor a las personas refugiadas y a las comunidades de acogida, la Declaración de Nueva York pide al ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, que trabaje con una amplia gama de socios. No sólo los gobiernos, las ONG, los refugiados y otras agencias de las Naciones Unidas, sino también el sector privado, las instituciones financieras internacionales y la sociedad civil, incluidos los centros de investigación, la academia y los líderes religiosos. Juntos, nuestro objetivo es:
1. Aliviar la presión sobre los países que reciben y acogen refugiados
2. Desarrollar la autosuficiencia de los refugiados
3. Ampliar el acceso al reasentamiento en terceros países y otras vías complementarias
4. Fomentar condiciones que permitan a los refugiados regresar voluntariamente a sus países de origen
Este nuevo enfoque contempla un mundo en el que los refugiados tengan acceso a países en los que estén seguros, donde estén mejor incluidos, donde ya no vivan en campamentos y no dependan únicamente de la asistencia humanitaria. La Declaración reconoce que, cuando se brindan oportunidades a los refugiados, pueden apoyarse a sí mismos y a sus familias, y realizar contribuciones positivas a las comunidades que los albergan. En este círculo virtuoso, los refugiados y las comunidades de acogida se empoderan mutuamente, social y económicamente.