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Mojtaba Tavakoli sólo había completado la primaria cuando huyó de los Talibanes en Afganistán a los 13 años. Ahora con 22 años, él está estudiando biología molecular en la Universidad Médica en Viena y espera tener una carrera investigando cáncer.

A pesar de su potencial, los jóvenes refugiados tienen una gran desventaja para acceder a la educación universitaria así como a la capacitación técnica y vocacional.

Para alcanzar un nivel educativo universitario, un joven refugiado tiene que sobrepasar barreras significativas, y solamente uno de cada cien lo logra. En comparación, un tercio de las personas jóvenes con edad universitaria en todo el mundo asiste a la universidad. A pesar de su potencial, los jóvenes refugiados tienen una gran desventaja para acceder a la educación universitaria, así como a la capacitación técnica y vocacional.

Los refugiados con educación superior pueden ser líderes de sus comunidades, creando negocios y empresas sociales, o construyendo infraestructura como ingenieros, científicos o especialistas en tecnología. Ellos pueden cabildear para obtener mejoras en los servicios públicos como políticos y encargados de campañas, y demandar un mejor futuro a través de la educación, empleo, y la protección y el cuidado de jóvenes. Al hacerlo, ellos apoyan y contribuyen con la paz y la estabilidad, a nivel local, nacional y regional. Los refugiados con buenas calificaciones tienen mejores oportunidades de encontrar trabajo y contribuir con la economía de sus países de acogida o cualquier lugar en el que vivan, ganando experiencia valiosa, así como aumentando su autosuficiencia y capacidad de apoyar a sus familias y parientes.

Por estas razones, la educación superior forma una parte integral del mandato del ACNUR para proteger y apoyar a los refugiados del mundo. Aumentar las oportunidades es una prioridad, ya que hay una gran escases de opciones. Las becas, los cursos y los programas de aprendizaje conectados, que estén disponibles, están siendo tomados con ambas manos, y moverse a la educación superior debería ser un progreso natural para los refugiados, no una excepción.

Encontrando un camino para innovar y conectarse

Los refugiados pueden encontrarse en lugares remotos pero eso no significa que deban ser sacados del resto del mundo. Aparte de las comunicaciones disponibles en los pueblos y ciudades, muchos campamentos de refugiados están equipados con acceso a internet, permitiendo el aprendizaje en línea como complemento de la enseñanza cara a cara en las aulas.

Cada vez con más frecuencia, las universidades de todo el mundo usan el internet, por ejemplo, poniendo conferencias y otros materiales en línea para que puedan ser vistas antes de que un estudiante llegue a la lección. Algunas instituciones están llevando el aprendizaje en línea más allá al facilitar cursos que les permitan a los estudiantes de diferentes países y contextos, incluyendo campamentos de refugiados, estudiar juntos.

En asociación con universidades, donantes y otras organizaciones, el ANCUR, la Universidad de Ginebra y otros socios formaron el Consorcio de Aprendizaje Conectado para la Educación Superior de los Refugiados. Los cursos conectados combinan acceso digital con aprendizaje cara a cara. Desde 2004, estas iniciativas han dado programas acreditados para más de 5.000 estudiantes refugiados en nueve países. En 2016, se espera que 350 nuevos estudiantes se beneficien de programas de aprendizaje para grados y diplomas, con acreditación de instituciones en Australia, Canadá, Alemania, Kenia, Suiza y Estados Unidos.

Los refugiados con educación superior se pueden convertir en líderes en sus comunidades.

El aprendizaje en línea es una manera importante para llevar una forma flexible de aprendizaje a los refugiados. Sin embargo, el punto clave sobre el aprendizaje digital es que este lleva a calificaciones aprobadas, tanto para los refugiados como para los nacionales de los países de acogida.

El uso de la tecnología y el internet no está restringido a la educación superior. Usar teléfonos móviles, laptops, lectores tecnológicos y tabletas, le permiten a las personas jóvenes estudiar en casa, incluso si tienen obligaciones familiares y domésticas. Los libros digitales ayudan a desarrollar habilidades literarias y un amor por la lectura desde una corta edad, particularmente en lugares donde es difícil dar suficientes copias impresas. La capacidad de empacar miles de recursos educativos en un solo dispositivo hace que estas herramientas sean apropiadas para los entornos de refugiados, ayudando a los profesores a desarrollar lecciones donde los niños aprendan a través del juego y la exploración.

El aprendizaje de idiomas, la capacitación de los profesores y las redes de apoyo, los programas conectados de aprendizaje certificados y la riqueza de la información en el internet, como los documentales, las conferencias, los canales de noticias, los juegos educativos y las bibliotecas en línea pueden mejorar la educación de los refugiados. Como lo planteó un profesor, explicar el ciclo de la caída del agua a niños nacidos en zonas áridas es más fácil cuando los estudiantes ven videos que les muestran montañas y océanos por primera vez.

Sòlo el 1% de los jóvenes refugiados asiste a la universidad. ©ACNUR

Los ejemplos de innovación y el uso de la conectividad en la educación de los refugiados son abundantes. En Kenia, Sudán del Sur, La República Democrática del Congo y Tanzania, el ACNUR está trabajando con la Fundación Vodafone, equipando las clases existentes con kits de Clases Instantáneas que brindan contenidos digitales localizados, tabletas, proyectores y sistemas de audio, que funcionan con energía solar y que usan redes satelitales o móviles. De manera similar, en todo el mundo, de Burundi a Líbano y Malasia, el ACNUR está trabajando con organizaciones socias para probar nuevos recursos y enfoques de estudio. Los ejemplos incluyen “la Caja de Ideas”, un recurso portátil de multimedia que puede convertir cualquier espacio en un centro cultural, permitiendo que tanto los niños como los adultos tengan acceso a noticias e información, a leer libros y hacer juegos, e incluso crear sus propios periódicos y editar sus propias películas. Otro programa es “Maestros para maestros”, el cual permite a los refugiados trabajar como maestros para comunicarse con educadores experimentados en todo el mundo a través de sus teléfonos móviles, ayudándoles a lidiar con sus problemas en relación con el manejo de las clases, o cómo enseñar en clases con 80 estudiantes o más. Y “Estas niñas inspiradoras que disfrutan leer”, es un esquema de monitoreo basado en la comunidad para niñas adolescentes en Jordania que les alienta a quedarse en las escuelas.

El enfoque: Programas de Educación Superior

Las Becas DAFI (DAFI es un acrónimo en alemán para la iniciativa académica para Refugiados de Albert Einstein) juegan una parte integral en capacitar a los refugiados de todo el mundo a acceder a la educación superior. La inclusión en sistemas reconocidos es el principio que sostiene el programa DAFI, para que los refugiados puedan estudiar en los campus en sus países de asilo junto con los nacionales. Las becas cubren una amplia gama de costos, desde costos de matrícula y materiales de estudio, a alimentación, transporte, alojamiento y otros aspectos.

Desde que inició en 1992, el programa DAFI ha patrocinado a más de 8.000 estudiantes refugiados para que asistan a la universidad en 42 países. En 2015, 2.324 estudiantes refugiados eran becados DAFI, y otros 2.560 jóvenes refugiados tendrían la posibilidad de asistir a la universidad en sus primeros países de asilo gracias a la expansión del programa entre 2016 y 2020, con el apoyo del Gobierno Alemán y otros donadores.

Los esfuerzos del ACNUR para apoyar las oportunidades para las niñas refugiadas también están dando fruto. La proporción de mujeres con la beca DAFI ha aumentado en un 43 por ciento. Muchos graduados trabajan en campamentos de refugiados, particularmente como maestros y trabajadores comunitarios, y actúan como modelos para otros estudiantes refugiados. En el caso de las niñas, tener becarias DAFI para emular es un gran impulso motivacional.

Estos resultados, que han tomado más de dos décadas del programa DAFI, marcan una contribución duradera a la paz y la estabilidad en regiones de conflicto y desplazamiento.

Los esfuerzos sistemáticos del ACNUR para apoyar las oportunidades para las niñas refugiadas también están dando fruto.

Claramente el número de becas dadas por DAFI y otros socios del ACNUR no pueden solucionar la crisis de la educación superior de los refugiados, pero demuestra que existe la demanda y que hay algo que se puede hacer. En 2014, a pesar de las difíciles condiciones de vida y estudio, solo algunos pocos estudiantes DAFI abandonaron sus estudios; 2 por ciento debido a reasentamiento en un tercer país, y otro 2 por ciento debido a razones médicas y personales. Esto demuestra un nivel extraordinario de persistencia y dedicación.

Inclusive UNESCO estima que es posible que haya un déficit de 40 millones de trabajadores de educación superior para 2020, muchos de los jóvenes refugiados que son elegibles no tienen la oportunidad de asistir a la universidad. Para ellos, la educación superior es una excepción, no la regla. Es vital que los gobiernos y las instituciones de educación superior brinden más esquemas que permitan a los refugiados asistir a las universidades bajo las mismas condiciones que los nacionales. Para facilitarlo, los estudiantes de educación secundaria necesitan más apoyo académico a través de programas y tutorías extra curriculares y tutorías que cumplan los estándares de educación superior. Y antes de esto, necesitamos asegurar que los millones de niños refugiados que no asisten a la primaria o secundaria tengan la oportunidad de hacerlo. El viaje puede ser largo y arduo, pero el premio de la educación superior puede ser una motivación poderosa.