Osvaldo Laport en Ecuador

© ACNUR/ M.Fernández

Entre el temor y la invisibilidad

En su segunda misión al terreno como Embajador de Buena Voluntad del ACNUR, el actor uruguayo Osvaldo Laport viajó a Ecuador para visibilizar la situación de los refugiados colombianos en ese país. Ecuador es el país de América Latina que alberga el mayor número de refugiados (52.452 personas), la mayoría de los cuales proviene de la vecina Colombia.

Acompañado por un fotógrafo de la revista CARAS y por un equipo de cámaras del canal argentino El Trece, Laport plasmó su vivencia en el documental Rehenes del miedo. El año pasado, el trabajo que registró su primera misión a la República Democrática del Congo, ganó el premio FUND TV al “mejor documental” de la TV argentina en 2009.

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El recorrido

El viaje comenzó en Quito, donde se reunió con una familia colombiana lista para ser reasentada a Canadá. “Estaba preparado para enfrentar historias duras, pero no imaginaba el terrible miedo que los refugiados tienen de recordar su pasado y, aún peor, ponerlo en palabras”, admitió Laport.

La mayoría de los refugiados en Ecuador provienen de las provincias colombianas de Valle del Cauca, Nariño y Putumayo. Los principales desafíos en términos de protección e integración se encuentran a lo largo de los casi 600km de la frontera norte con Colombia.

Osvaldo Laport se acercó a la zona fronteriza en su visita a la provincia de Esmeraldas, donde la población refugiada es mayormente rural. ACNUR tiene una oficina allí desde 2008, cuando se instaló para responder al creciente número de personas que llegaban con necesidad de protección internacional tras cruzar la frontera escapando del conflicto armado en Colombia. Entre enero y agosto de 2010, en Esmeraldas se registró un promedio de 290 solicitudes de asilo mensuales.

En la ciudad de Esmeraldas, cuya provincia lleva el mismo nombre, el Embajador mantuvo varias entrevistas con refugiados, los que en su mayoría no podrían ocultar el temor que aún sentían. “Fue muy duro lo que viví en Colombia. Escapé a la fuerza y en el camino tuve que dejar a mi pequeña de 4 años. Ahora lo que más quiero es poder reencontrarme con ella”, le confesó una joven entre lágrimas.

ACNUR

Después de más de una hora de viaje en bote desde el puerto de Eloy Alfaro, Laport llegó a Tambillo, una comunidad de afro-ecuatorianos que a pesar de vivir en condiciones muy precarias, no dudan en abrir sus puertas a refugiados colombianos. En la región fronteriza hay 22 de estas comunidades acogiendo a personas con necesidad de protección: a muchas de ellas sólo se puede llegar en bote y tienen servicios básicos muy limitados, incluyendo salud y educación.

En Tambillo, personal de la agencia implementadora HIAS le contó a Laport que muchos colombianos arriban en pequeños botes que traen mercadería y que, al igual que los locales, se ganan la vida recolectando moluscos y cocos. Lo que sorprendió a Laport  fue la generosidad de los ecuatorianos que teniendo poco y nada abren sus casas y corazones a quienes huyen para salvar sus vidas.

Pero a pesar de las muchas historias positivas de integración, hay signos de creciente xenofobia y discriminación contra los refugiados colombianos, sobre todo en las grandes ciudades de Ecuador. Durante la visita de Laport a Ibarra, en la provincia de Imbabura, una familia de refugiados colombianos admitió que no había sido fácil encontrar un trabajo o incluso convivir con sus nuevos vecinos. “Nos quieren fuera de aquí. Nos dicen que retornemos al infierno del cual venimos”, comentaron sin poder ocultar su angustia.

En la localidad de Lita, en la provincia de Carchi y a pocos kilómetros de la ciudad de Tulcán, Osvaldo Laport tuvo la oportunidad de encontrarse con miembros de la comunidad aborigen Awá, que sufren de la persecución y reclutamiento forzado de sus niños del otro lado de la frontera.  La nacionalidad Awá constituye un pueblo ancestral indígena que vive en el noroeste del Ecuador y el suroeste de Colombia, a ambos lados de la frontera. Aproximadamente existen 30.000 personas de esta nacionalidad y 4000 viven en territorio ecuatoriano en 22 centros comunitarios de las provincias de Carchi, Esmeraldas e Imbabura.

Al final de la misión, que lo llevó por las provincias de Esmeraldas, Carchi e Imbabura, Laport afirmó que le habían quedado algunas impresiones: el profundo temor de aquellos que tuvieron que huir para salvar sus vidas; y la solidaridad de los ecuatorianos, tanto a nivel individual como estatal. Para lo primero, dice, se necesita una voz que contrarreste la invisibilidad de las consecuencias humanitarias del conflicto, de las que poco se conoce fuera de la región. Para lo segundo, simplemente “gracias”.