Jóvenes e Inocentes
En décadas recientes, a decenas de millones de niños refugiados se les ha brindado una nueva oportunidad para crecer y prosperar gracias a mejores tratamientos médicos, escuelas o, en el caso de los refugiados, a través de la protección del ACNUR y otras organizaciones humanitarias. A pesar de estos logros, para muchos niños la vida es muy difícil. Se calcula que en la última década más de dos millones de niños han muerto en conflictos armados, seis millones han resultado heridos o mutilados y un millón han quedado huérfanos. Más de 300.000 niños han sido obligados a convertirse en soldados o en esclavos sexuales. Niños de 87 países viven rodeados por 60 millones de minas terrestres y 10.000 niños al año siguen siendo víctimas de estas armas.
El ACNUR proporciona protección legal a través de instrumentos internacionales como la Convención de 1989 sobre los Derechos del Niño y la Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados. Por otra parte trabaja en estrecha colaboración con otras organizaciones internacionales y no gubernamentales para elaborar directrices y proyectos que, por ejemplo, han reunido con sus familias a 67.000 niños ruandeses tras el genocidio en este país.
El ACNUR destaca cuatro áreas a las que debe prestarse especial atención en el caso de los niños refugiados:
- Reunificación de los jóvenes separados de sus familias.
- Prevención de la explotación sexual y el reclutamiento por unidades militares, así como la reintegración de los niños que padecen tales situaciones.
- Acceso generalizado a la educación.
- Reconocimiento decidido de los derechos y necesidades de un grupo muchas veces olvidado, el de los refugiados adolescentes.