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Activista transgénero salvadoreña hace frente a la violencia

A pesar de haberse visto obligada a huir de su hogar por las amenazas, la activista se pronuncia contra la violencia que ataca a las personas lesbianas, gays, bisexuales, trangénero e intersex.

SAN SALVADOR, El Salvador, 2 de diciembre de 2016 (ACNUR) - Después de sufrir tres intentos de asesinato, Karla Avelar, activista transgénero salvadoreña, continúa mudándose de casa en casa para evitar otro más. Debido a las amenazas que ha recibido por teléfono, en línea y por escrito, ella ha cambiado de casa cuatro veces en el último año.

“Yo he sobrevivido tres tentativas de asesinato, pero no creo que logre sobrevivir a una cuarta”, dijo Avelar, de 38 años, mientras mostraba las heridas que le provocaron las balas y las puñaladas, que le cubren el cuerpo.

Avelar dice que no puede confiar en la protección de la policía, afirmando que los oficiales salvadoreños rara vez toman en serio los ataques contra las personas trangénero.  Las fuerzas policiales también están agobiadas en el que se ha convertido el país con el índice de asesinatos más alto en todo el hemisferio oeste, con más de 6.000 homicidios el año pasado, en un país con solo 6 millones de habitantes. Y para agregarle algo más a su lucha, Avelar vive con VIH.

Pero, a pesar de todas las amenazas, Avelar continúa luchando, no solo por su propia vida, sino también por las de otras personas como ella, y lidera el grupo de activistas de Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans (COMCAVIS). Su historia y sus investigaciones ilustran los principales problemas que enfrenta la comunidad LGBTI en El Salvador, que provocan que muchos huyan para salvar sus vidas.

“Yo he sobrevivido a tres tentativas de asesinato, pero no creo que logre sobrevivir a una cuarta”.

Los miembros de esta comunidad, especialmente las mujeres trangénero más visibles, no solo enfrentan ataques de las personas motivadas por el odio en la región con una historia de homofobia muy larga. Estas personas también enfrentan depuraciones por parte de los miembros de la sangrienta pandilla Mara Salvatrucha. La violencia obliga a que muchas personas, como Avelar, tengan que huir de sus hogares y moverse dentro del país o buscar asilo en el extranjero.

“Hay un número muy elevado de personas LGBTI que intentan escapar y encontrar un lugar más seguro para vivir, ya que son sujetos de persecución con base en su orientación sexual”, dijo Elisa Carlaccini, jefa de la oficina de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en El Salvador.

La primera tentativa de homicidio contra Avelar se dio en 1992 cuando era una adolescente, durante una serie de asesinatos de mujeres trangénero, en lo que se cree fueron crímenes de odio realizados por un asesino en serie. Cuando el atacante puso la pistola calibre .45 en Avelar, ella logró desarmarlo. Sin embargo, él sacó una segunda pistola y le disparó nueve veces. Un guardia de seguridad encontró, en la calle, su cuerpo acribillado por las balas. “Tuve suerte”, dijo ella.

El segundo ataque se dio en 2008 por parte de la pandilla Mara Salvatrucha. Avelar era trabajadora sexual, y la pandilla le exigía un pago de protección semanal de $25 dólares a ella y a sus compañeras. Pero Avelar se negó.

“Ellos me amenazaron y ocho días después, intentaron matarme”, dijo ella.

En este ataque, le dispararon cinco veces. Sin embargo, ella no solo sobrevivió, sino que se convirtió en una figura pública al denunciar los ataques de las pandillas contra las personas trangénero. “Ellos (los miembros de las pandillas) desarrollaron un fuerte odio hacia mí. Estaban decididos a matarme”, dijo.

Los pandilleros lo intentaron de nuevo en 2012, cuando la atacaron sigilosamente con dos cuchillos. De nuevo, ella sobrevivió, y continuó llamando la atención sobre la violencia.

Aparte de sus profundas cicatrices, los ataques le causaron heridas en los intestinos, hígado y pulmones, provocando que tuviera que someterse a varias cirugías y que sufriera más complicaciones. Pero ella dice que el daño psicológico puede ser aún peor. “Todos los días tengo que verme a mí y a mis cicatrices, me han marcado de por vida, y me hacen llorar”, dijo Avelar.

El número de personas que han huido de las pandillas y de otros tipos de violencia en El Salvador, Guatemala y Honduras ha aumentado a niveles no vistos desde que los conflictos armados destrozaron la región en la década de 1980. Solamente en 2015, el número de solicitantes de asilo provenientes de la región llegó a los casi 110.000, un aumento de más de cinco veces en los últimos tres años.

“Hay un número muy elevado de personas LGBTI que intentan escapar y encontrar un lugar más seguro para vivir”.

La mayoría de estas personas ha buscado la seguridad en México o Estados Unidos, así como en Belice, Costa Rica, Nicaragua y Panamá. Muchos, como en el caso de Avelar, son desplazados a la fuerza dentro de su propio país. ACNUR reconoce que los desplazados LGBTI se encuentran entre las personas más vulnerables, a pesar de la falta de información sobre cuántos están en necesidad de asistencia.

Por su parte, ACNUR recientemente ha implementado el paquete de capacitación más grande e integral para sus funcionarios y para la comunidad de trabajadores humanitarios que trabajan con personas LGBTI desplazadas. Este también brinda un vistazo del progreso hecho en la protección de las personas refugiadas LGBTI y otras personas de interés.

Dentro de la comunidad LGBTI en El Salvador, muchas otras personas han sufrido ataques similares a los que pasó Avelar, como su amiga Tania Vazquez, a quien le dispararon en la cabeza en 2013 y murió instantáneamente. Desde 1993, cerca de 600 personas de la comunidad LGBTI han sido asesinadas en El Salvador, de acuerdo con COMCAVIS.

Avelar alega que el principal problema es que la policía no se toma en serio los ataques contra las personas LGBTI. En una encuesta realizada a oficiales de la policía de El Salvador, 73 por ciento de los encuestados dijo que creían que la homosexualidad era una enfermedad mental.

“Siento que mi país está en deuda conmigo, y eso evita que yo me vaya”.

Sin embargo, el Gobierno está intentando, por lo menos, mejorar la vigilancia policial en el área. Un plan de seguridad de 2015 a 2019 incluye un objetivo de crear mejores relaciones entre la policía y la comunidad LGBTI. En octubre, un juez sentenció a dos oficiales de la policía a dos años de prisión por agredir a un hombre trangénero.

Mientras tanto, la comunidad LGBTI continúa huyendo de los ataques. De acuerdo con COMCAVIS, por lo menos 29 personas LGBTI huyeron de sus hogares en El Salvador debido a la violencia solamente en el primer cuarto del 2016.

Mientras que algunos solicitan asilo en otros países, alegando su pertenencia a un determinado grupo social perseguido, Avelar optó por quedarse en su nativo El Salvador, donde ha tenido que mudarse de casa de forma frecuente.

“Siento una mezcla de orgullo y dolor”, dijo, haciendo un recuento de la tumultuosa vida que está determinada a hacer valer. “Siento que mi país está en deuda conmigo, y eso evita que yo me vaya”.