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Refugiada sudanesa participa de proyecto que promueve actividades de integración en Brasilia

Actuando en “Mujeres Unidas”, el trabajo de Eiman es un ejemplo de lucha por el fin de la violencia contra las mujeres refugiadas, tema del Día Naranja del mes de junio.

BRASILIA, Brasil, 25 de junio de 2017 (ACNUR) - Mujeres refugiadas y migrantes se acercan al Instituto Migraciones y Derechos Humanos, IMDH, en busca de auxilio en el proceso de adaptación e integración cultural en Brasil. Muchas veces, ellas necesitan ayuda para comprender el idioma portugués o la validación de documentos y títulos para poder trabajar. No son raros los relatos sobre abuso por parte de esposos o parejas, además de muchos casos de violencia sexual.

Quien las ayuda es Eiman Haru, también refugiada que participa en el proyecto “Mujeres Unidas - Mujeres que inspiran al Mundo”, que atiende la población refugiada femenina residente en el Distrito Federal y la zona de Brasilia. “Ellas vienen de diversos países de África, de América del Sur, de Asia y pertenecen a diferentes religiones y grupos étnicos y sociales, cada una con una historia única…”, afirma Eiman. No diferente a la gran parte de mujeres forzadas a desplazarse, la trayectoria de Eiman Haru está signada por la superación de las dificultades inherentes al asilo y la integración local. Hoy, después de superar esas barreras, extiende la mano a las mujeres en situaciones semejantes a la suya y las informa sobre los derechos de las mujeres en Brasil, otorgando asistencia individual y actuando como punto de referencia en el proceso de acogida y adaptación cultural y social en el país.

La sudanesa, formada en artes y especializada en asistencia humanitaria, está en Brasil desde 2015 y fue seleccionada para ser consultora en el proyecto del IMDH. El proyecto es apoyado por ACNUR y fue creado con la intención de dar atención específica a las necesidades de las mujeres refugiadas y solicitantes de asilo.

La empatía y acercamiento de Eiman con estas mujeres en situación de riesgo ocurrió de forma espontánea. De acuerdo con la directora del IMDH, Rosita Milesi, el proyecto nació en 2016, a partir de una serie de encuentros. “En ese camino de avanzar y deseando asimismo implementar más actividades y oportunidades para las mujeres refugiadas, el ACNUR nos apoyó con la posibilidad de contratar una consultora con esa finalidad. Eso fortaleció mucho al proyecto y la primera consultora contratada fue justamente una refugiada, Eiman, y lo que nos llevó a ofrecerle esta consultoría fue una cuestión bastante simple: el idioma”.

Muchas de las mujeres refugiadas y migrantes que llegan, se sienten cómodas en confiarse a ella y contarle sobre las dificultades enfrentadas, ya que Eiman ha acumulado experiencia como trabajadora humanitaria en Sudán. Es el caso de Rabia, refugiada de Marruecos, que se acercó al IMDH y obtuvo auxilio de Eiman, que hoy es su amiga.

“Ella me hace sentir cómoda. Es muy bueno encontrar a alguien en el momento en que más se necesita, que te muestra los caminos posibles. Ella hace que sienta orgullo de ser quien soy”, afirma Rabia.

Eiman explica que, a pesar de las dificultades, es importante poder ayudar a las mujeres refugiadas y migrantes: “Es un poco difícil oír problemas diariamente, principalmente cuando no puedes tomar acción legal, por ejemplo. Pero ofrecer un apoyo inicial, asistencia emocional o social y oír lo que esas mujeres tienen por decir… Eso es de por sí un gran apoyo”. A partir de las charlas, se traza un plan de ayuda para que las mujeres salgan de situaciones de riesgo y no se encuadren más en situaciones de vulnerabilidad.

El trabajo de Eiman adquiere un particular relevancia en el Día Naranja de este mes, que se enfoca en las mujeres refugiadas y solicitantes de asilo, en tema con el Día Mundial del Refugiado, celebrado el 20 de junio.

El Día Naranja para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer fue proclamado por las Naciones Unidas y es celebrado el día 25 de cada mes con el fin de ampliar el alcance del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, el 25 de noviembre. El Día Naranja es un día para dar visibilidad al tema de la violencia sexual y de género, movilizar el compromiso para la eliminación de la violencia contra las mujeres y exigir las condiciones para que las mujeres y jóvenes puedan vivir una vida libre de violencia.

En todo el mundo, las mujeres han demostrado una enorme resiliencia al rehacer sus vidas y la de sus familiares, llevando desarrollo y progreso a las comunidades de acogida. Según Isabel Márquez, representante de ACNUR en Brasil, “La historia de las mujeres y jóvenes refugiadas en Brasil demuestra un gran poder de resiliencia y una inmensa colaboración para el desarrollo de nuestras comunidades”, afirmó. Para Márquez, la capacitación de las mujeres y jóvenes, así como así la igualdad de género y de oportunidades, son esenciales para prevenir el desplazamiento forzado y promover el desarrollo humano sostenible.

Datos sobre Mujeres Refugiadas

La discriminación contra las mujeres y jóvenes es causa y consecuencia del desplazamiento forzado y de la apatridia. Muchas veces, la situación es agravada por otras circunstancias, como por ejemplo el origen étnico, la discapacidad física, la religión, la orientación sexual, la identidad de género y el origen social.

De acuerdo a los datos del informe de ACNUR Tendencias Globales, en 2016, el 49% de las personas refugiadas eran mujeres. Las mujeres cabeza de familia, embarazadas, las niñas y adolescentes y las mujeres mayores son incluso más vulnerables.

En Brasil, de acuerdo con el informe de CONARE, el 32% de las 10.038 solicitudes de asilo, presentadas el año pasado, fueron realizadas por mujeres.

En un artículo publicado con el editor jefe de la Revista Interdisciplinaria de Desplazamiento Humano, Roberto Martinucci, Rosita Melesi analiza el papel de las mujeres migrantes y refugiadas en el desarrollo humano.

Una de las informaciones que muestra el artículo es el hecho de que el perfil de las mujeres refugiadas y migrantes cambió a lo largo de los últimos años. Si, por un lado, actualmente las mujeres tienen proyectos migratorios individuales y asumen el papel de cabeza de familia, por otro, su desarrollo personal está subordinado, en la mayoría de los casos, al de quienes están a su alrededor: hijos, esposo, pareja y comunidades a las cuales pertenecen.

Factores como las nuevas normas en materia migratoria y la demanda en el mercado de trabajo moldean el nuevo perfil de la mujer migrante. La paradoja está en el hecho de que “la mujer migrante y refugiada, en general, contribuye mucho para el desarrollo humano de las personas y comunidades de su entorno, pero eso no siempre viene acompañado de un proceso de empoderamiento o desarrollo humano de la mujer”, afirma Milesi.

Gracias al Voluntario en Línea Javier Alberto Olives por el apoyo ofrecido con la traducción del portugués de este texto.