Refugiados centroamericanos esperan poder llamar “casa” a la Ciudad de México
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de agosto de 2017 (ACNUR) - Ofreciendo un menú con base en platillos locales, este concurrido restaurante se parece a muchos otros en la extensa capital mexicana. Lo que es diferente es el personal.
Tanto los cocineros como los saloneros y las saloneras son personas que huyeron de la violencia y la persecución, buscando la seguridad en México, donde están teniendo una oportunidad de volver a empezar con sus vidas en este restaurante.
“Este lugar se abrió específicamente para nosotros los refugiados, para tuviéramos buenos empleos y pudiéramos salir adelante”, dijo Patricia*, quien hace dos años huyó con sus hijos de la violencia de las pandillas en El Salvador. “Fue realmente bueno contar con este lugar”.
Ella se encuentra entre el creciente número de refugiados que huyen de la inseguridad en el norte de Centroamérica y que están teniendo la oportunidad de una nueva vida en México.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está trabajando con las instituciones nacionales y socios locales, como CAFEMIN y Casa Refugiados, para integrar a cientos de personas refugiadas que, como Patricia, llagan cada año en busca de seguridad.
“Este lugar se abrió específicamente para nosotros los refugiados, para tuviéramos buenos empleos y pudiéramos salir adelante”.
En el restaurante le pagan más que en su anterior trabajo, que apenas le permitía sobrevivir, y lo más importante es que tiene más flexibilidad para cuidar de su hija y sus dos hijos, quienes tuvieron que huir de una pandilla que los obligaba a transportar droga en su país.
México está recibiendo un creciente número de hombres, mujeres y niños que huyen del crimen y la inseguridad en el norte de Centroamérica. En 2016, México reconoció a 3.078 personas como refugiados, con un aumento del 206 por ciento con respecto al año anterior, y el número de las solicitudes de asilo sigue creciendo. La gran mayoría de los recién llegados son centroamericanos y, en 2017, venezolanos.
Mientras el ACNUR continúa incrementando la ayuda financiera, la asistencia legal y la provisión de alojamientos seguros para los solicitantes de asilo, la estabilidad de largo plazo de las personas refugiadas sigue siendo un desafío.
Un reciente estudio realizado por el ACNUR y la Organización Internacional del Trabajo reveló que para casi la mitad - el 47 por ciento - de las personas entrevistadas el trabajo que tenían en México representaba un retroceso con respecto a su condición laboral en el país de origen, lo que puede significar que las capacidades de las personas refugiadas sean desperdiciadas.
Además, el 90 por ciento de los entrevistados admitió que no tenía un contrato de trabajo. Este fue el caso del primer empleo como salonera encontrado por Patricia después de haber salido de El Salvador en 2015.
“Me pagaban 400 pesos (22 USD) por semana. No podíamos vivir con eso”, contó.
Encontrar un trabajo seguro también ha sido problemático para Beatriz desde que abandonó Guatemala hace cuatro años con sus tres hijos y tres nietos. El año pasado todos fueron reconocidos como refugiados. El socio de ACNUR Casa Refugiados le ayudó a conseguir empleo en un call center, donde le pagan mejor y se siente más a gusto.
“Recibimos mucho apoyo por parte de Casa Refugiados y de la COMAR [Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados] y estamos muy agradecidos”, dijo Beatriz.
Durante décadas, la Ciudad de México ha sido un lugar donde personas de muchas comunidades internacionales diferentes han podido construir su vida, brindar seguridad a sus familias y empezar un proceso de integración.
“Esta colaboración es un importante ejemplo de solidaridad, un valor que está en la base de las políticas de esta ciudad global”.
En su reciente visita, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, firmó un acuerdo con el alcalde de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, para incluir a las personas refugiadas en una serie de programas sociales gestionados por la municipalidad. También se prevén oportunidades de empleo, capacitación y apoyo económico para quienes se vieron obligados a huir de sus países.
“Esta colaboración es un importante ejemplo de solidaridad, un valor que está en la base de las políticas de esta ciudad global”, dijo Grandi en la ceremonia de la firma. El Alto Comisionado elogió los esfuerzos de las autoridades para desarrollar soluciones duraderas para las personas refugiadas, principalmente a través de la integración local.
Mientras se encontraba en México, como parte de una misión de diez días en la región, Grandi se encontró con el Presidente Enrique Peña Nieto para abordar los temas del fortalecimiento del sistema de protección de los refugiados en México y del apoyo a las respuestas regionales al desplazamiento forzado.
El Alto Comisionado subrayó que, gracias a la adopción de políticas progresistas, las instituciones y los grupos de la sociedad civil mexicanos pueden inspirar a otros países en la región para que establezcan medidas concretas para apoyar a las personas refugiadas.
En este espíritu de responsabilidad compartida, el ACNUR está trabajando con los Gobiernos de la región para desarrollar un Marco Integral Regional para la Protección y Soluciones (MIRPS). Fundamentándose en la Declaración de Nueva York, adoptada el año pasado, el MIRPS constituye un avance hacia el Pacto Mundial sobre Refugiados, que se discutirá en 2018, y pretende abordar todos los aspectos del desplazamiento forzado, incluyendo sus causas, el fortalecimiento de los sistemas de asilo y la búsqueda de soluciones duraderas.
Hasta la fecha, se han sumado a esta iniciativa regional los Gobiernos de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Panamá.
*Los nombres de las personas refugiadas se han cambiado por motivos de protección.
Por James Fredrick.