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De la selva al sol: artesanía para la integración en Ecuador

Plumas, alas de escarabajo, caballos de mar, cáñamo, semillas. A Reiner* le vale todo para hacer aretes. De formas imposibles y colores estridentes obtiene sus materiales en la selva Amazónica, en Sucumbíos, y vende sus productos en las playas del Pacífico, en Montañita. O a quienes, como yo, tuvieron el domingo 18 la oportunidad de ver todos sus productos en la Feria del Emprendimiento Convivir en Solidaridad, que congregó en Lago Agrio, la capital provincial, a artesanos y vendedores ambulantes de la ciudad.

“Ecuador es fresco, chévere, no tan violento como el Putumayo –Colombia-, de donde vengo. Aquí puedo encontrar todo lo que necesito, la selva me lo da todo, Y las playas son hermosas, atardeceres increíbles. Así vivo, viajando, vendiendo mis productos. Regreso a Lago Agrio a recoger materiales, a fabricar. Y a renovar mi visa de refugiado, como ahora”, explica este joven de 24 años.

Aretes convivían el domingo con inextricables cisnes de papel bond, ponchos antioqueños, arepas, hamacas de caña guadúa, tamales, olores y sabores de Ecuador y Colombia en representación de la simbiosis que vive esta provincia del nororiente ecuatoriano donde alrededor de 13.000 refugiados colombianos intentan salir adelante. Y muchos de ellos demuestran su éxito con estos emprendimientos.

Como Adela*, también refugiada colombiana, del Cauca, quien ha conseguido que su puesto de pinchos al carbón permita que cada día alimente a sus seis hijos. O Elizabeth*, que a pesar de que el sol  del trópico está marcando su piel y amenaza su salud, sale cada día a las calles de la ciudad a vender sus pulseras, aretes y regalos de fantasía.  Y también el Grupo de Mujeres Colombo-Ecuatorianas de Barranca Bermeja, que desde su casa “La Esperanza”, a orillas del río fronterizo San Miguel, hacen bolso y tejen sandalias.

Esta primera Feria del Emprendimiento, organizada por el Gobierno Autónomo Descentralizado Municipal de Lago Agrio –municipio- y HIAS -Organización Hebrea de ayuda a Inmigrantes y Refugiados-, permitió, a pesar de la lluvia y un imposible frío selvático, que el centro de Lago Agrio se llenara de expectativas.

Mientras, en la ciudad siguen siendo muchos los que salen a vender como única opción a un trabajo. Sin seguridad, con largas horas extenuantes, y el riesgo de que las autoridades locales les retiren la mercancía por falta de un permiso de venta ambulante. ACNUR trabaja con el Municipio y otras instituciones para apoyar a estos emprendedores, para que conozcan sus derechos y obligaciones. El reto ahora es conseguir regular sin restringir el derecho al trabajo, sin cortar las oportunidades del auto-sustento que enfrentan cada día lo refugiados que siguen llegando a esta ciudad situada a 20 kilómetros de la frontera con Colombia.

Los aretes de colores me recuerdan hoy el esfuerzo que hay concentrado en cada una de esas pepas, semillas, piedras y escamas de pez.

Sonia Aguilar, Lago Agrio, Ecuador.

*Nombres cambiados para preservar la identidad de las personas que aparecen en el texto.

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