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Cómo cambiar el orden de las cosas

Con su cabeza muy en alto y con voz fuerte Carmita* expresa: “El día de la mujer no solo debemos celebrarlo hoy, día de la mujer son los 365 días del año, las 24 horas del día, ¿por qué solo hoy los regalos, las flores, las cartas, los abrazos y los besos?”.

El 8 de marzo se  celebra el Día Internacional de la Mujer, un día simbólico en donde varias organizaciones e instituciones públicas se han sumado para conmemorar a todas aquellas mujeres trabajadoras que día con día luchan por sus derechos y aspiraciones.

En ese marco, la Teniente Político de la Parroquia de El Carmelo, Rosa Rosero, en conjunto con la Oficina en Ecuador del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, y Asylum Access Ecuador, convocamos a 27 mujeres, ecuatorianas y refugiadas, con quienes en una pequeña sala, un refresco y una bolsa de palomitas, miramos un cortometraje de ficción titulado El orden de las cosas.

Durante unos veinte minutos, la historia de Julia, una mujer que es víctima de abusos y malos tratos por parte de su esposo, nos muestra cómo ella espera que con el paso del tiempo la situación cambie. A través de símbolos como el cinturón, ese que recoge el poder y su transmisión de generación en generación, Julia hilvana esa historia  atravesada por un sistema patriarcal violento y abusivo.

A más de una persona en la sala el cortometraje saco lágrimas de sus ojos; quizás porque su vida se veía reflejada en la historia de Julia. Quizá porque no sabían que hacer para evitarlo.

Al final del encuentro, algunas, como María*, compartieron sus mensajes: “Muchas veces tenemos miedo de hablar, pero ya no podemos seguir en lo mismo. Debemos hacer valer nuestros derechos”.

“Cuando seamos maltratadas, denunciemos. Somos mujeres valientes y podemos seguir adelante”, añadía Esperanza*. Mientras Juana* concluyó: “No por ser mujeres debemos permitir que pisoteen nuestros derechos. Tenemos manos trabajadoras para salir adelante y no necesitamos agachar la cabeza ante nadie”.

Al final, en todos oscilaban interrogantes como la manera de cambiar el orden de las cosas. ¿Cómo cortar este círculo de violencia y evitar que se transmita a las actuales y nuevas generaciones? ¿Cómo hacer que la violencia no se interponga en la búsqueda de soluciones duraderas para esas mujeres, muchas sobrevivientes al desplazamiento forzado? A lo que yo añado, que quizás sea suficiente si  cambiamos de actitud y nos atrevamos a decir no a la violencia.

Johana Acosta en Carchi – Ecuador

*Nombres cambiados por razones de confidencialidad   

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