Refugiados sirios transforman la crisis en un drama
CAMPAMENTO DE REFUGIADOS ZAATARI, Jordania, 03 de noviembre de 2016 (ACNUR) – Entre el ajetreo familiar de la vida diaria en el campamento de refugiados Zaatari, se desarrolla algo extraordinario en un jardín polvoriento fuera de uno de los miles de albergues. Alrededor de una docena de refugiados están ocupados levantando sets, alistando las luces y las cámaras, y preparándose con maquillaje y vestuarios.
Ahmed Hareb y sus amigos están a punto de empezar a filmar su telenovela, llamada “Ziko & Shreko”. Esta ofrece una visión llena de humor de temas serios que afectan a los refugiados sirios, incluyendo el trabajo infantil y el matrimonio precoz. A menudo hacen las filmaciones de noche debido a la falta de electricidad durante el día, momento en el que entonces realizan los ensayos.
“En un inicio, cuando los vecinos escuchaban los sonidos, ellos venían y veían con asombro lo que hacíamos, pero ahora se ha convertido en algo normal”, explicó Ahmed, un refugiado de 34 años que proviene de Daraa, al sur de Siria.
La idea de la telenovela se produjo después de que Ahmed y un grupo de 25 refugiados más pusieran en escena una serie de obras exitosas en el campamento. Ellos querían una manera para que más gente viera su trabajo sin estar restringido a un escenario.
"Cuando subí al escenario me olvidé del público y de mi miedo".
Planean dedicar alrededor de media docena de episodios de cinco minutos para cada situación, antes de abordar el siguiente tema e introducir nuevos personajes. El grupo tiene muchas ideas para material nuevo. "Podríamos hacer una serie interminable, como 'Friends'", dice Ahmed.
Ahmed comenzó a actuar a la edad de 15 años, en una escuela especializada para jóvenes discapacitados en Siria. Un trastorno muscular hereditario le obliga a usar muletas y un scooter especialmente adaptado que se construyó para recorrer el difícil terreno del campamento.
El escenario lanzó un hechizo instantáneo al joven, quien gastaría su mesada, que se suponía era para comida en ir a ver obras en el teatro local. Se convirtió en asistente de dirección de la compañía de teatro de la escuela y tomó papeles principales en sus producciones.
"Cuando subí al escenario me olvidé de la audiencia y de mi miedo", dijo. "Algunas personas tienen su don con una pluma, escribiendo poemas o novelas, pero para mí es actuar".
Después de obtener un diploma en ingeniería informática y conocer a su esposa Nisreen, Ahmed tomó un descanso del teatro mientras trabajaba para mantener a su joven familia. Pero inclusive durante ese periodo, Nisreem recuerda que él se vestía con la ropa vieja de su padre y hacía pequeños sketches alrededor de la mesa después de la cena.
La pareja y su hijo mayor, Hamza, quien ahora tiene ocho años, vivía en Damasco cuando el conflicto inició. A medida que los combates se acercaban, Hamza estaba tan asustado que la familia decidió partir hacia Jordania, llegando Zaatari en 2013.
“La primera vez que llegamos aquí, estábamos impactados. Nosotros solíamos vivir en una casa y podíamos movernos libremente, pero ahora vivimos en una tienda de campaña”, dijo Ahmed. “Durante el primer año, no pudimos actuar. Tuvimos que reconstruir nuestras vidas desde cero, así que saque esa idea de mi cabeza”.
Pero un año más tarde, después de establecer su propia tienda en el mercado de Zaatari, donde vende recargas para teléfonos móviles y refrescos, Ahmed y su familia ya se sentían más cómodos y sus pensamientos volvieron a la actuación.
Después de formar un grupo de teatro con su hermano y algunos amigos, recientemente consiguió empleo como profesor de teatro en el campamento con la ONG International Relief & Development. Él enseña a un grupo de 20 refugiados entre los 12 y los 50 años. Mientras ve con orgullo cómo ganan confianza y nuevas habilidades, él reclutó a algunos para la telenovela.
Filmar los episodios en el patio trasero de un albergue para refugiados tiene sus desafíos. Al contar únicamente con el equipo de cámara y audio más básico para trabajar, el grupo ha tenido que construir mucho material desde cero, incluyendo fondos pintados a mano, estabilizadores de cámara caseros, y luces para el escenario hechas con latas viejas de aceite de oliva y papel aluminio.
A pesar de contar con un equipo tan básico, el grupo no es inexperto. Así como algunos han estado actuando por años, tanto el ingeniero de sonido como el camarógrafo tenían experiencia profesional en Siria, antes del conflicto.
Cuando las filmaciones concluyan, Ahmed espera poder compartir los cortos en línea y organizar proyecciones a gran escala dentro del campamento. Él espera que el proyecto les brinde entretenimiento a las personas que viven dentro del campamento, pero que también envíe un mensaje sobre los refugiados sirios.
“El objetivo principal es revertir la imagen de que un refugiado es solo un refugiado, es un ser humano como cualquier otro”, dijo Ahmed.
“Consideramos que la actuación es una forma de enfrentarse a la vida. No nos hemos dado por vencido, estamos trabajando, queremos vivir una vida normal. A través de la actuación tal vez también podemos ayudar a otros, con una sonrisa, y aliviar una pequeña parte del sufrimiento”.