Alek Wek, modelo y diseñadora

Foto: ACNUR/ C.Tooze

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Alek Wek tenía cinco años cuando estalló la guerra civil. “Sin aviso, los vecinos comenzaron a desaparecer misteriosamente. Cada vez que ibas a buscar agua podías ver los cuerpos de los muertos a lo largo del camino.  Era caótico y aterrador”. Su familia comenzó una larga caminata por las profundidades de la selva buscando seguridad. “Nos quedábamos en las chozas que otros ya habían evacuado, sólo para evitar las picaduras de serpientes”.

Todos los días el sonido de los vuelos de ayuda humanitaria motivaban a Alek y a otros niños a correr a sus hogares temporales a empacar sus pertenencias y luego dirigirse al aeroplano para rogarle a los funcionaros armados por un espacio abordo.  Eventualmente los Wek pudieron salir de Khartoum porque su madre había logrado llevar consigo cierta cantidad de sal, que fue vendiendo a la gente que encontraban en la selva y as’i reunió dinero para los pasaportes. Tenía doce años cuando finalmente llegó a la capital.

Dos años más tarde Wek llegó a Londres. Asistió a la escuela, a pesar de que sólo hablaba árabe y dinka. “Fue muy, muy difícil. Pero luego de todo lo que viví, cuando no había nada seguro, donde podía morir en cualquier momento, yo era libre y estaba tan feliz de estar estudiando. Me enfoqué en eso y destiné todas mis energías.  Nunca pude comprender porqué otros niños querían escaparse de clases. Mi educación aquí me dio todo.  Es el lugar donde finalmente florecí”.

Alex Wek ha trabajado varios años como Embajadora de Buena Voluntad del Alto Comisionado de Las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y visita con frecuencia los campamentos de refugiados en Sudán del Sur.


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