Una casa llena de futuro: la experiencia comunitaria de San Patricio
SAN PATRICIO, Carchi, Ecuador, 30 de octubre de 2014 (ACNUR) – Cuarenta familias mestizas, indígenas, afrodescendientes, ecuatorianas y extranjeras, con una fuerte presencia de población refugiada, viven en San Patricio, en el cantón Mira de la provincia fronteriza de Carchi. Niñas y niños pasan su semana en idas y venidas a la escuela, mientras hombres y mujeres luchan por una mejor calidad de vida. Es en la minga, en el trabajo comunitario, donde la integración y el bienestar del otro toman la palabra.
“Con actividades culturales, deportivas, ayudando a unos y otros, aprendemos y compartimos”, explica Martha Inés, lideresa juvenil muy implicada en todo el proceso.
Ante este esfuerzo, desde 2013, organismos internacionales como la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR); El Programa Mundial de Alimentos (PMA) y los gobiernos locales del cantón Mira y la parroquia de Jijón y Caamaño, se unieron para fortalecer este proceso comunitario que de manera espontanea lanzaron los ciudadanos.
“Durante una primera fase del proyecto, a través de un diagnóstico realizado con la comunidad, entendimos la importancia de trabajar juntos para crear un espacio de recreación familiar y comunitario”, explica Vanesa Moya, Jefa de la Oficina de ACNUR en Tulcán (Carchi). “Ellos mismos expresaron el deseo de contar con un espacio para jugar pelota y mantener reuniones para solucionar necesidades de sus habitantes, entre ellas la regularización de la población colombiana y las brigadas médicas”.
Con el apoyo de técnicos de la municipalidad, los propios habitantes diseñaron un centro de recreación familiar y comunitario. La creación del Centro fue posible gracias a la complementariedad presupuestaria de ACNUR-FEPP-GAD, Municipio de Mira y Junta Parroquial Jijon y Caamaño, y a la donación del terreno que realizó Rubí, una mujer ecuatoriana de 65 años de edad.
“Para quienes hemos tenido que salir de nuestro país y ciudades, encontrar una comunidad con espacios verdes, de recreación, y buenos vecinos nos da la posibilidad de olvidar las tristezas” explica esta mujer vivaz, que añade: “Mi familia y yo también tuvimos que salir de nuestra ciudad, Ibarra, por mejores oportunidades laborales. Hoy yo devuelvo a la comunidad una pequeña parte”.
Gracias a este espacio comunitario de intercambio, hoy en día la población, entre la que hay diversas familias refugiadas de origen colombiano, genera procesos de convivencia pacífica e integración local con actividades recreativas y culturales que unen a otras comunidades cercanas a la suya. Además, desde un enfoque de búsqueda de soluciones duraderas y autosuficiencia, se han iniciado procesos de capacitación y pequeños emprendimientos productivos que permitan medios de vida sustentables y seguridad alimentaria.
Con la colaboración de ACNUR y su socio FEPP, así como del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (MAGAP),16 Mujeres y 19 jóvenes lideran sus propias iniciativas agropecuarias productivas como sustento e ingresos familiares para cubrir necesidades y portar al desarrollo de su comunidad.
Así, una casa es más que una casa, y se llena de los proyectos, la solidaridad y la esperanza de un futuro mejor construido en colectivo. Futuro que bien resume Luis, un joven de 19 años: “El desplazamiento forzado marcó mi vida. Pero San Patricio me dio la oportunidad de volver a empezar”.
Dalila Calan en San Patricio (Carchi).