Avanzando

Tinalbarka es una refugiada de Mali de 16 años, y modelo para sus pares en el campamento de refugiados de Mbera. Tinalbarka sueña con convertirse en abogada para ayudar a los más vulnerables. © ACNUR/Agron Dragaj

Eliminando la brecha

La educación secundaria merece una atención urgente porque es allí donde los estudiantes, sus familias y sus comunidades experimentan un beneficio real de una educación apropiada.

Si puede resultar difícil encontrar un lugar en la escuela primaria, a nivel de educación secundaria los obstáculos pueden parecer insuperables. Es usual que la educación de un refugiado tenga un final prematuro en la escuela primaria. Entre los 2,5 millones de adolescentes refugiados en edad de educación secundaria, cerca de 2 millones no tienen oportunidad de asistir a esta. La comparación con países donde la transición a la secundaria se toma por sentado, es terrible. A nivel mundial, 84 por ciento de los adolescentes en edades de secundaria inicial asisten a los colegios. En contraste con los países con las mayores poblaciones de refugiados, el acceso de estos a la educación secundaria es poco usual: en Pakistán, 5 por ciento de los adolescentes refugiados en edad de secundaria asiste a las escuelas; en Camerún únicamente un 6 por ciento; en Etiopía la cifra es de un 9 por ciento, mientras que en Turquía, que acoge a 2,7 millones de refugiados sirios registrados, es de un 13 por ciento.

La educación secundaria es una inversión a largo plazo, cuyos beneficios pueden ser difíciles de ver para una familia que ha perdido todo, especialmente cuando los adolescentes podrían traer dinero muy necesitado, aquí y ahora. Enviar a los jóvenes a ganar dinero a través del trabajo infantil es una vía que muchas familias refugiadas encuentran difícil de evitar, y aún más difícil es el mantenerlos en la escuela, ya que esto representa una carga financiera extra debido a los costos de transporte, matrícula, libros y lapiceros.

La educación secundaria merece una atención urgente porque es allí donde los estudiantes, sus familias y sus comunidades experimentan un beneficio real de una educación apropiada. Construyendo sobre las bases de la escuela primaria, la escuela secundaria promueve la cohesión social, la equidad de género y una mejor salud. Esta ayuda a los adolescentes a descubrir y desarrollar sus capacidades, y a encontrar su rol en el mundo. La escuela secundaria es un puente para la capacitación vocacional, colegios universitarios y la universidad, y así, a calificaciones valiosas, mejor capacitación profesional y mejores prospectos de empleo, y una mayor autosuficiencia para los jóvenes, sin importar lo que les tenga el futuro.

Si puede resultar difícil encontrar un lugar en la escuela primaria, a nivel de educación secundaria los obstáculos pueden parecer insuperables.

Sin una red de seguridad de la educación secundaria, los adolescentes pueden ser cada vez más vulnerables. Si no son arrastrados al trabajo infantil, pueden crecer con aburrimiento o una sensación de ser indefenso, de estar a la deriva o de frustración, y con esto son presas fáciles del reclutamiento por parte de grupos armados. Para las mujeres, existe un riesgo adicional de matrimonio infantil o embarazo adolescente, confinamiento a labores domésticas o explotación sexual.

Bloqueos y desvíos en el camino

La educación secundaria es más costosa que la primaria. No solo significa un mayor costo para las familias, sino que también requiere de profesores más especializados y calificados, equipos más avanzados en los laboratorios de ciencias y computación, así como más libros en bibliotecas más equipadas. Los gobiernos de los países en desarrollo tienen que encontrar recursos para pagar por todo esto, mientras que las familias refugiadas tienen sus propias luchas financieras, incluyendo los costos de transporte para acceder a las pocas escuelas existentes y que se encuentran distantes, así como los libros de texto, uniformes, materiales escolares y en algunos casos, matrícula. El ACNUR solo cuenta con un tercio del presupuesto que gasta para apoyar la escuela primaria, para la educación secundaria, a pesar de las urgentes necesidades y costos.

El ACNUR solo cuenta con un tercio del presupuesto que gasta para apoyar la escuela primaria, para la educación secundaria.

Sólo 22% de los refugiados adolescentes reciben educación secundaria. ©ACNUR

Progresar a la escuela secundaria puede significar tener que presentar exámenes, lo que puede excluir a un gran número de niños cuya educación ha sido interrumpida por largos períodos. Muchos han seguido un plan de estudios diferente en el pasado, y el idioma de instrucción ha sido diferente. Además de interferir con el aprendizaje, estas interrupciones también producen obstáculos burocráticos que pueden ser difíciles de superar. Un país podría no reconocer los certificados educativos de otros lugares, o puede no permitir que los niños sin certificado de nacimiento o documentos de identidad estén en las aulas. Los niños en los cursos más avanzados a nivel secundario también deben abordar y comprender una mayor complejidad de conocimientos e ideas. Esto puede ser un reto para una persona joven que aprende en su propio idioma y más difícil aún para los que estudian en un idioma o dialecto desconocido, a menudo después de un vacío en su educación.

En vista de la gran necesidad y la difícil tarea de lograr que cerca de 2 millones de refugiados jóvenes ingresen a la educación secundaria, es evidente que se necesitan más ideas creativas. Sólo una amplia cooperación entre los gobiernos, los socios de desarrollo y agencias humanitarias, así como el sector privado y la sociedad civil, en consulta con los refugiados, pueden garantizar que la educación secundaria no siga siendo un sueño lejano para muchos jóvenes.

Garantizar la continua educación primaria y secundaria para los refugiados significa tener una fuente fiable y sostenible de financiación tan pronto como los refugiados comienzan a llegar en busca de seguridad. En los campamentos de Dollo Ado en Etiopía, por ejemplo, la disponibilidad de apoyo a largo plazo de la Fundación IKEA para la educación desde el principio de la afluencia de refugiados ha sido un factor importante en el aumento de las tasas de matrícula y retención, y en la prestación de una educación de calidad. Esta asociación ha dado lugar a la inscripción de más de 43.000 niños y jóvenes de más de cuatro años.

Foco central: educación acelerada

Debido a que muchos niños y adolescentes faltan de la escuela debido a la pobreza, la marginación, los conflictos y las crisis, las formas más flexibles de educación son esenciales, especialmente cuando los refugiados están interesados. La educación acelerada comprende programas flexibles y adecuados a la edad, dirigidos a grupos de niños y adolescentes desfavorecidos y que sobrepasan la edad escolar, y que han perdido parte de su educación o que esta fue interrumpida.

Las aulas que acogen grandes números de estudiantes refugiados son muy difíciles para los maestros que ya tienen que lidiar con recursos e instalaciones limitadas; además de tener alumnos de más edad y que han perdido largos periodos de escolarización, en la misma clase que niños menores con la edad de escolarización correcta, lo que hace que sea aún más difícil. Además de hacinamiento y diferentes niveles de habilidad y madurez, la mezcla de niños pequeños y mayores en una clase también plantea riesgos de protección. El objetivo de la educación acelerada es evitar tales circunstancias.

Con su trabajo con los ministerios nacionales de educación, el ACNUR y sus socios tienen por objetivo adaptar los programas acelerados a nivel de madurez cognitiva del estudiante, y que se condensen cursos de primaria para que los adolescentes puedan ponerse al día, obtener los certificados y volver a unirse al plan de estudios en el nivel adecuado. En 2015, intensificamos nuestros esfuerzos para aumentar el acceso a la educación acelerada, con programas actualmente en curso en varios países, entre ellos Etiopía, Líbano, Kenia, Siria, Sudán del Sur y Sudán.

Los jóvenes desplazados se enfrentan a una creciente necesidad de oportunidades de educación más flexibles.

Por ejemplo, Etiopía tiene un programa de educación acelerada bien establecido (conocido como Educación Básica Alternativa, o ABE, por sus siglas en inglés) que fue desarrollado por el Ministerio de Educación en 1997, originalmente para las comunidades rurales, pero luego se extendió a otras partes del país. El programa ABE está dirigido a niños de edades entre los 11 y los 14 años, y utiliza una versión resumida del plan de estudios de Etiopía, acortando el tiempo de escolarización y permitiendo una transición fácil a la escuela primaria formal. El programa ha sido utilizado en campamentos de refugiados en Etiopía durante los últimos 15 años, y más de 12.800 niños refugiados con edades superiores están matriculados en este año.

Los jóvenes desplazados se enfrentan a una creciente necesidad de oportunidades de educación más flexibles. En respuesta, el ACNUR ha puesto en marcha un Grupo de Trabajo de Educación Acelerada, grupo interinstitucional de los socios de educación que está trabajando para proporcionar orientación, normas e indicadores para los programas acelerados.