Mensaje de Angelina Jolie Pitt en el Día Mundial del Refugiado
Secretario de Estado, Damas y Caballeros, buenas noches.
Es un placer estar con ustedes, con personas con diferentes pasados, religiones y creencias, todos yendo hacia una misma dirección y compartiendo una misma perspectiva de respeto y tolerancia.
Eso me recuerda qué tan afortunados somos de vivir en un país que permite a la sociedad civil florecer; que ofrece una rica variedad de puntos de vista y esfuerzos.
La sociedad civil representa un soporte de la democracia, y gracias por la labor que muchos de ustedes hacen en nombre de los refugiados en este país y alrededor del mundo.
Los principios bajo los cuales vivimos en una democracia no son nuevos. No están abierto a ser re interpretados o a ser rebajados, o inclusive dejados de lado debido a nuevas circunstancias.
Como ciudadanos, no solo queremos libertad y Derechos Humanos para cada una de las personas en nuestra sociedad, lo queremos también para todas las personas del mundo.
Defender el ideal de que todas las personas nacen como iguales, y que merecen equidad de derechos y dignidad es la esencia de lo que es ser ciudadano de una democracia.
La manera en la que tratamos a los más débiles y vulnerables entre nosotros es lo que más dice sobre nuestro compromiso con los derechos humanos, la equidad y la justicia con todas las personas.
Y, cuando realmente nos vemos apoyando estos asuntos en el mundo, es cuando estamos más a salvo como nación.
Es cuando somos más respetados y admirados, es cuando nuestra palabra cuenta más a nivel internacional, y así es como inspiramos a otros a trabajar con nosotros.
No nos redefinimos como personas diferentes porque enfrentamos problemas nuevos y sobrecogedores, sino que elevamos una pelea dentro de nosotros mismos para enfrentar estos retos, y mantenernos fieles a nosotros mismos.
Hablando como estadounidense, el hecho es que no hay un país en el mundo al que no estemos conectados como resultado de nuestra única historia. Nosotros representamos un mundo global.
Es cuando estamos más fuertes, cuando nos basamos en nuestra diversidad como personas para encontrar la unidad basada en nuestros valores comunes y mayor identidad. No somos fuertes a pesar de nuestra diversidad, somos fuertes a causa de ella.
Es tiempo de recuperar la idea de cuál es la fuerza en las sociedades democráticas.
Yo creo firmemente que la fuerza recae en la decencia y el sentido común de los ciudadanos regulares, tal como las personas que después de la tragedia de Orlando recibieron el apoyo de millones de personas de todas las religiones, pero con ideas compartidas.
La fuerza recae en identificar cómo abordar el desafío particular de una pequeña minoría de personas que eligen el camino de la violencia extremista, o quienes abusan una religión; esto sin estigmatizar y aislar a millones de personas que comparten la misma religión.
No hay fortaleza alguna en denigrar a alguien con base en su religión, nacionalidad, orientación sexual, género, o con base en alguna característica o diferencia, sean reales o imaginarias.
Cuando discriminamos, cuando implicamos con nuestras acciones que las vidas de algunas personas valen más que otras, o cuando denigramos la fe, tradiciones o cultura de algún grupo de personas, debilitamos la fuerza de las sociedades democráticas.
¿Qué diría de nosotros como país y como comunidad internacional, si llegáramos a un punto en el cual decidiríamos que no estamos preparados para defender nuestros principios?
La respuesta para abordar la crisis mundial de refugiados reincide en encontrar un propósito en común y sacar fuerza de nosotros.
Al mantenernos fieles a quienes somos, y demostrando que tenemos la lucha en nosotros para confrontar la prueba de nuestra generación, y salir más fuertes de ella.
Esta es mi esperanza, y creo que la comparto con todos ustedes, así como con millones de personas fuera de esta sala.
Gracias por todo lo que hacen, y gracias por permitirme unirme a ustedes esta noche.