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Osvaldo Laport visita a los refugiados en Centroamérica y sur de México

El Embajador de Buena Voluntad del ACNUR visitó Centroamérica para crear conciencia sobre los desplazamientos forzados que se están dando a raíz de la persecución y la violencia.

TAPACHULA, México, 9 de noviembre de 2015 (ACNUR) – El Embajador de Buena Voluntad de la Agencia de la ONU para los Refugiados, Osvaldo Laport, acaba de terminar una visita a Honduras, Guatemala y el sur de México para ofrecer apoyo a los refugiados y solicitantes de asilo de los países del Triángulo Norte de Centroamérica -Honduras, El Salvador y Guatemala- y para crear conciencia sobre los nuevos desplazamientos forzados que se están dando en la región a raíz de la persecución y la violencia.

“No sólo la violencia hoy día está concentrada en Medio Oriente. Al gran número de refugiados sirios, hay que sumar estos hombres, mujeres, niños, familias enteras que a diario huyen de los países del Triángulo Norte por la violencia causada principalmente por el accionar del crimen organizado transnacional. Una cruda violencia que no deja otra opción más que la de huir de un día al otro, dejando todo atrás y empezando una nueva vida con nada”, dijo Laport.

El ACNUR, que tiene presencia en los países del Triángulo Norte desde 2013, ha conocido casos en los cuales las personas se han visto forzadas a huir internamente de la violencia y la persecución antes de cruzar una frontera internacional para buscar protección. En las misiones de monitoreo en frontera y desde el diálogo con la sociedad civil se han registrado casos de violencia de género e intrafamiliar que afecta gravemente a mujeres, niños, niñas y personas de la comunidad LGBTI. Estas personas, por sus características, pueden ser más vulnerables a la agresión y la violencia.

“En mi país me atacaron varias veces por ser una persona LGBTI. La última vez me dieron 58 puñaladas, todavía no me doy cuenta que sigo viva. Fui robada, violada, discriminada, sin posibilidad de encontrar un trabajo; por eso me toca a veces vender mi cuerpo para seguir adelante, porque no tengo cómo” reveló Paola, una joven solicitante de asilo salvadoreña.

Laport escuchó varios de estos crudos testimonios y habló con niñas y niños, mujeres y familias enteras que con lágrimas contaron sus historias, tras lograr escapar de su país. La mayoría salió durante la noche para no ser vistos, y en el día debian permanecer escondidos.

© ACNUR/ Virginia Pico“Nosotros teníamos un supermercado que funcionaba bien, por esto una pandilla empezó a extorsionarnos, pero nunca estaban conformes y cada vez pedían más y más dinero. Nos vigilaban día y noche y mataron a unos familiares. Llegamos a un punto en que la situación era insostenible: vivir bajo una amenaza constante con una impotencia tan grande que te destruye. Salir se convierte en una situación necesaria y la única alternativa”, dijo la abuela de una familia de 14 personas que viven como refugiados en Guatemala desde hace un año, sobreviviendo con una tienda de pupusas, una comida típica de la región de El Salvador.

Las mujeres, muchas cabezas de familia, relataron las terribles experiencias de secuestro, violencia y del reclutamiento forzado de sus hijos e hijas. Laport escuchó historias de extrema dureza y pérdida, entre ellas, de mamás que perdieron a sus jóvenes hijos, de otras cuyos hijos habían sido amenazados si no entraban a una mara o pandilla, y de quienes han perdido todo contacto con sus seres queridos y desconocen su destino.

“Tengo cuatro hijos. Al que tiene sólo 16 años me lo secuestraron para ponerlo a vender droga, no sé nada de el, si está vivo o no. A mi otra niña de 14 años, la fueron a buscar al colegio, se la querían llevar también y si yo no lo permitía me hubieran matado a toda mi familia. Pero no cedí. Un día se vinieron a la casa, me cerraron y me golpearon duro. El día siguiente nos escapamos con los pocos ahorros que tenía y que me robaron durante el viaje. Tuvimos que vivir un período en la calle, viviendo de la caridad de la gente”, dijo con gran valentía una madre salvadoreña cabeza de familia; hace poco fueron reconocidos como refugiados en México.

Según un informe reciente de ACNUR “Mujeres en fuga”, se vislumbra el riesgo de una crisis de protección y una crisis inminente de refugiados en el continente americano. Mientras algunas mujeres centroamericanas huyen hacia los Estados Unidos, muchas otras escapan a países vecinos en Centroamérica, donde las solicitudes de asilo han aumentado trece veces con respecto a 2008.

“Hice ya varias misiones con ACNUR, pero nada y nadie te puede preparar para las terribles historias de estos sobrevivientes de la violencia, del abuso y la explotación, ni para ver cómo no todos pueden obtener la ayuda urgente que necesitan y merecen. Son muchos los inocentes que están pagando el precio de este interminable ciclo de violencia”, expresó profundamente conmovido el Embajador de Buena Voluntad en su cuarta visita con ACNUR, después de la República Democrática del Congo, Ecuador y el Líbano.

Para responder a esta crisis, la Agencia de la ONU para los Refugiados ha hecho un llamado a todos los países de la región para que reconozcan la creciente situación humanitaria que enfrentan las víctimas del desplazamiento forzado y para que se establezcan medidas para asegurar la identificación y respuestas adecuadas a las necesidades de protección de las personas que huyen de la violencia y la persecución.

Por Francesca Fontanini, desde Tapachula (México).