Atletas refugiados envuelven regalos e intercambian historias con niños
PARIS, Francia, 23 de diciembre de 2016 (ACNUR) – Los niños llegaron cargados de regalos, pero no para ellos mismos, sino para niños y jóvenes que han huido del conflicto en Sudán del Sur.
Las luchas en las jóvenes naciones africanas han dejado 1,3 millones de refugiados. Ellos son parte de una gran población de más de 65 millones de personas que, mundialmente, han sido desarraigadas por la violencia, la persecución y los desastres naturales.
Los niños franceses formaron parte de una tarde llena de actividades organizadas por ACNUR, el Museo del muelle Branly y Aviación sin Fronteras, que entregará los juguetes. La meta es llevar el mundo de los refugiados más cerca de los niños franceses.
“Incluso si los niños se llevan solo un recuerdo de hoy, una oración, una historia, eso ya es algo”.
Para ayudarlos a entender mejor, dos atletas del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados, el cual compitió en los Juegos Olímpicos de verano en Río de Janeiro asistieron a la actividad, Yiech Pur Biel, corredor de 800 metros, proveniente de Sudán del Sur y Rami Anis, nadador sirio que compitió en la prueba de 100 metros mariposa.
Pur, que huyó de Sudán del Sur a Kenia siendo niño, admitió que lloró cuando vio a los niños franceses trayendo regalos y firmando cartas para niños de Sudan del Sur que como él, son exiliados a la fuerza en Kenia.
“Eso me demostró que en diferentes partes del mundo hay personas que se compadecen de los refugiados”, dijo él. “Eso significa que nosotros, como embajadores de los refugiados, necesitamos empezar por estas personas”.
Ambos atletas conversaron con los participantes. Sus historias fueron dramáticas. Rami habló sobre cómo su prometedora carrera de nado se vio interrumpida por la guerra en Siria, y sobre el viaje que realizó con su familia a través del Mediterráneo desde Turquía en un bote. Él pudo retomar el nado en Bélgica, su nuevo país, lo que lo llevó a cumplir su sueño, competir en las Olimpiadas.
“Nosotros solo queremos enviarle un mensaje al mundo”, dijo Rami. “Podemos hacer algo, podemos lograr cosas. Yo quiero decirles: crean en ustedes mismos”.
La odisea de Pur fue incluso más dramática. Él huyó del conflicto en su patria cuando tenía 10 años y perdió todo contacto con su familia. Por 12 años, él vivió solo en un campamento en Kenia. Después, comenzó a correr y fue elegido para el Equipo Olímpico de Refugiados. Para Pur, Río cambió su vida.
“Eso me demostró que en diferentes partes del mundo hay personas que se compadecen de los refugiados”.
Cuando terminó de hablar, una niña le preguntó si volvió a encontrarse a alguien de su familia.
Pur comentó que alguien que conocía a su familia vio su nombre en el Equipo Olímpico de Refugiados. Él logró hacer una llamada con su madre.
“En Río fue la primera vez que pude comunicarme con mi familia”, le contó a la niña. Fue un momento emotivo. Pur abrazó a la niña y a su madre, quien lloró mientras acariciaba su brazo.
Pero Pur destacó que muchos en su situación no comparten tanta felicidad.
“La mayoría de los refugiados en los campamentos pierden la esperanza. Saben de dónde vienen, pero no saben a dónde van”.
Gran parte de la tarde se dedicó a compartir los sabores y a sentir los materiales de los mundos de los que los refugiados se vieron obligados a abandonar. Los niños fueron invitados a rasgar y preparar el paño teñido en patrones brillantes y fascinantes de África occidental para hacer las guirnaldas y las bolas festivas.
Y Mohammed el-Khaldy, un chef que huyó de Siria y que recientemente recibió sus documentos de asilo, dirigió una larga mesa donde los participantes hicieron pastelería siria.
“Incluso si los niños se llevan solo un recuerdo de hoy, una oración, una historia, eso ya es algo”, dijo Céline Schmitt, oficial de información pública de la Agencia de la ONU para los Refugiados, quien ayudó a organizar la actividad. “Porque entonces ellos le harán preguntas a sus padres, hablarán con sus amigos. Hablarán al respecto en la escuela”.