Cristina Pardo, voluntaria Cascos Blancos, Argentina
En el recorrido diario por el campamento, siempre unas manitos pequeñas tomaban las mías: eran los chicos que disfrutaban acompañándonos y que, en pocos días, nos saludaban en inglés (idioma con el que nos comunicábamos). Un padre de familia decidió que otra voluntaria y yo no estaríamos sin familia en Irak, así que nos nombró hermanas suyas. Todos los días nos esperaba en su carpa con su esposa e hijas para que descansáramos y tomáramos té con “nuestra familia“. Los habitantes del campamento se referían a él como “el hermano de ustedes“. El último día lo dedicamos a despedirnos de las familias. Fue muy emotivo, y nos esperaba una sorpresa en la última carpa: ¡la familia nos recibió con el mate preparado!
Texto y foto: Cristina Pardo, voluntaria Cascos Blancos, Argentina.