Los problemas medioambientales
La avalancha inesperada de personas o el establecimiento de campos de refugiados durante largos periodos puede repercutir, de forma considerable, en la ecología local, así como en el bienestar de las comunidades más próximas. Como suele suceder, los campos de refugiados se instalan en zonas donde el medio ambiente es vulnerable. Suelen estar ubicados en regiones áridas o semi áridas, que tienen capacidad limitada para soportar el impacto de un gran número de personas o de su ganado. Las repercusiones de los refugiados en los recursos naturales renovables merecen una atención especial por sus posibles efectos a largo plazo en la salud de las personas. El problema medioambiental más grave es, sin duda, la destrucción y la degradación de los bosques; la erosión del suelo y la contaminación del agua son también preocupantes. En muchos campos de refugiados, los árboles se talan para construir viviendas y las ramas se utilizan para hacer leña y carbón. El follaje se corta para alimentar al ganado. La vegetación del suelo se arranca para cultivar; en situaciones extremas, hasta se desentierran las raíces de los árboles para hacer fuego. La degradación de los recursos naturales, sobre todo, mediante la deforestación, puede tener repercusiones devastadoras y duraderas en la fauna y flora y en todo el ecosistema. Una vez suprimida la primera capa de tierra fértil, hay riesgo de erosión del suelo. Seguidamente, aumenta la sedimentación en los cursos de agua, influyendo en los sistemas de irrigación y en la pesca. De esta manera, se reduce la capacidad de absorción de agua por el suelo, obteniendo como resultado unas cosechas más desiguales y escasas. A la larga, la tierra se volvería incluso no apta para las formas de cultivo más elementales. La experiencia del pasado ha demostrado que, cuando se instalan grandes grupos de refugiados, también puede llegar a crear conflictos sociales. Por ejemplo, las consecuencias en el medio ambiente de un grupo grande de refugiados pueden ocasionar desavenencias entre estos y las comunidades locales. En lugares donde los recursos naturales son escasos, como la leña o el agua, la gente compite por obtenerlos. Además, uno de los motivos de discordia más común es la falta de información de los refugiados recién llegados, en cuanto a las costumbres tradicionales o a las leyes de esa comunidad para proteger la flora y la fauna o los lugares sagrados.
¿Por qué debe el ACNUR ocuparse del medio ambiente?
El ACNUR es consciente de la estrecha relación que existe entre el bienestar de las personas y un medio ambiente sano y equilibrado. Los proyectos medioambientales que ha apoyado desde principios del decenio de 1980, han contribuido considerablemente a mejorar el enfoque de los temas de gestión de recursos naturales. Acontecimientos como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), de 1992, en Río de Janeiro, han ayudado a aumentar una conciencia ecológica. Cada vez hay mayor conciencia de que un medio ambiente sano es requisito indispensable, no sólo para la calidad de vida del individuo, sino también para crear un desarrollo sostenible. De ahí que muchos organismos incluyan los temas medioambientales. El ACNUR conoce muy bien las posibles repercusiones que causan los refugiados. La lucha por los recursos naturales escasos requiere una atención inmediata: la explotación exhaustiva de los recursos naturales debilita, e incluso anula, los sistemas tradicionales de gestión de recursos. En los casos extremos, el deterioro del medio ambiente llega a ser tal, que se ve amenazado el propio bienestar de los refugiados y también el de las comunidades locales. Bajo tales circunstancias, los programas del ACNUR pueden perder gran parte de su efectividad.
Hay que tener en cuenta los posibles contenciosos con la población local, puesto que el bienestar de los residentes del lugar es de igual importancia que el de los refugiados. De no ser atendidos estos problemas, el destrozo abusivo de los bosques, a nivel local, podría desencadenar graves problemas a nivel nacional. Esto, a su vez, daría una visión negativa de los temas de refugiados. Las últimas consecuencias se traducirían en la negativa, por parte de algunos países, a acoger a los refugiados por miedo a la degradación del medio ambiente.
La respuesta del ACNUR a estas cuestiones ha consistido en apoyar cambios estructurales para promover más programas de ayuda sostenible a los refugiados. La Unidad del Medio Ambiente se estableció en la Sede de Ginebra, en 1993. Al año siguiente, se elaboraron las Directrices Internas sobre el Medio Ambiente, y en 1995, fue aprobada y desarrollada minuciosamente una nueva política medioambiental en Las Directrices del Medio Ambiente del ACNUR, publicado en 1996.
Atender las necesidades de los refugiados
Las necesidades de los refugiados varían de un lugar a otro. Dependen también de la etapa del programa del refugiado que están atravesando, clasificado en tres fases por el ACNUR - emergencia, protección y mantenimiento-, y de soluciones a largo plazo (el asentamiento local o el reasentamiento en un tercer país, y la repatriación, que es la solución más usual).
La prioridad del ACNUR en una situación de emergencia es asegurar la supervivencia de los refugiados. Se deben resolver los problemas de alimento, vivienda y seguridad. Aunque, a menudo, no se dispone del tiempo suficiente para encontrar un enclave ideal para montar el campo, los esfuerzos por minimizar el impacto de los refugiados alivian la carga a la que están sometidas las comunidades locales y reducen posibles enfrentamientos entre los dos grupos. De ahí, que cada vez se tomen más en cuenta los factores medioambientales a la hora de evaluar los riesgos.
A pesar de una planificación meticulosa, algunos campos se han instalado en zonas sensibles al medio ambiente, esto es, en áreas de reservas de agua o en parques nacionales. Aunque, por lo general, se toman precauciones para reducir posibles daños, estos campos pueden tener repercusiones duraderas sobre el medio ambiente y la salud pública de otras comunidades vecinas.
Es, a veces, más fácil dedicarse a resolver los problemas medioambientales en las fases más avanzadas de un programa, con el consecuente riesgo de adoptar medidas más onerosas y tal vez menos eficaces. Normalmente, el ACNUR trata de aplicar medidas concretas durante la fase de protección y mantenimiento. Se realizan encuestas sociales y medioambientales, se buscan emplazamientos nuevos donde los refugiados tendrán un impacto mínimo sobre el medio ambiente y se toman las medidas pertinentes para proteger las zonas vulnerables. También se incluyen programas de educación medioambiental y se promueve el uso de técnicas que no dañan el medio ambiente.
Durante las fases de reasentamiento o repatriación del programa del ACNUR, se prosiguen las actividades de planificación, observación y gestión. Los programas de rehabilitación del medio ambiente se aplican para contrarrestar el impacto negativo de los campos. Por último, se instruye tanto a los refugiados como a los residentes de la zona en temas relacionados con el medio ambiente.
La magnitud del problema
No es fácil precisar el alcance de la degradación medioambiental que ocasionan los refugiados. Se estima que los costes de rehabilitación por la degradación de la selva y de la sabana en el Africa sub-Sahariana son de unos 500 dólares por hectárea. Sólo en Africa, la rehabilitación medioambiental de los campos de refugiados costaría hasta 150 millones de dólares al año.
En los países con una larga tradición de asilo, como Kenya, Pakistán y Sudán, es aún más visible la degradación del medio ambiente. La tierra que rodea los campos de refugiados ha sido despojada de árboles y de vegetación. En tales circunstancias, los refugiados se ven obligados a caminar hasta 12 kilómetros, en busca de agua y leña. Sin embargo, la situación se agrava durante las fases de emergencia, de protección y de mantenimiento del programa de ayuda al refugiado. A principios del decenio de 1990, se cortaron aproximadamente 20.000 hectáreas de bosque al año en Malawi, para abastecer de leña y madera a los numerosos campos de refugiados mozambiqueños.
En 1994, durante los momentos más candentes de la crisis de los refugiados que se sitúan al lado del Parque Nacional de Virunga, en la República Democrática del Congo (ex-Zaire), los refugiados recogían en el parque alrededor de 800 toneladas de madera y de hierba cada día, cifra que supera, con creces, la capacidad potencial de rendimiento sostenible. A pesar de los esfuerzos por limitar sus consecuencias, casi 113 kilómetros cuadrados se vieron afectados y más de 71 kilómetros cuadrados quedaron completamente deforestados. En otro campo del sur de Kivu, en tan sólo tres semanas desde la llegada de los refugiados, se devastaron casi 38 kilómetros cuadrados de bosque.
En diciembre de 1996, la región de Kagera, en el noroeste de Tanzania, acogió a más de 600.000 refugiados procedentes de Burundi y Rwanda. Se consumían al día más de 1.200 toneladas de leña; de los 570 kilómetros cuadrados de bosque afectado, 167 quedaron prácticamente deforestados. En ciertas ocasiones, la presencia de los refugiados da lugar a desconcierto, de forma temporal, sobre los derechos de propiedad y de residencia en esos terrenos, derivando en la explotación forestal ilegal masiva. Por otro lado, los refugiados, a veces, son utilizados como mano de obra por empresas productoras de carbón, o dedicadas a actividades similares, quienes convierten a los refugiados en chivos expiatorios de los daños medioambientales.
El ACNUR en acción
Ante la crisis de incendios forestales provocados por los refugiados en Nepal, el ACNUR tomó la iniciativa de suministrar estufas de kerosene y combustible, apoyar campañas de enseñanza pública, crear patrullas forestales y asesorar al Departamento Forestal de Nepal.
En Kenya, los refugiados pueden obtener cocinas de energía solar a cambio de cinco días de trabajo en las plantaciones de árboles.
Los proyectos de educación medioambiental de Etiopía, Kenya, Tanzania y Uganda han mejorado la calidad de la enseñanza, promoviendo la conciencia ecológica entre los
refugiados y las comunidades locales.
La obtención de ingresos para los refugiados ha representado la cuestión primordial de un proyecto a largo plazo en Pakistán. Se han llevado a cabo cerca de 300 proyectos, principalmente para contribuir a la reforestación, a la gestión del agua, a la irrigación y a la protección contra las inundaciones.
En Sudán, en las zonas afectadas por los refugiados, se han plantado o rehabilitado casi 3.000 hectáreas de bosque.
En Bangladesh, se han utilizado cáscaras de arroz como combustible alternativo, en programas promoción de nuevas formas de energía.
Los proyectos de reintegración de repatriados en Guatemala se han ocupado del tratamiento de aguas residuales de una fábrica de elaboración de café. También se ha llevado a cabo la reforestación alrededor de los nuevos asentamientos de repatriados.
En el sur de Khorasan, en Irán, se han puesto en marcha proyectos de rehabilitación de dehesas y de obtención de ingresos para los refugiados.
El ACNUR, junto al Instituto Nacional Japonés para la Enfermedad de Minamata, llevó a cabo una investigación en Kirguistán, y demostró que los refugiados asentados cerca de una mina de mercurio no sufren trastornos de salud derivados de ello.
Las prioridades de los campos de Bassikounou, en Mauritania, son la protección y la rehabilitación del medio ambiente. El programa incluye: la reforestación, la construcción de pequeñas presas, la jardinería y el suministro de cocinas de bajo consumo energético.
En Malawi, después de la repatriación de refugiados, se ha centrado la atención en la rehabilitación de la naturaleza. Los proyectos han abarcado la silvicultura en las comunidades, la jardinería y la distribución de cocinas a base de leña en el distrito de Dedza.
En la República Democrática del Congo (Goma), Kenya, Etiopía, Tanzanía y Nepal, se ha incorporado una base de datos para observar la degradación medioambiental que se produce alrededor de los campos de refugiados. Gracias a este sistema, se obtiene información precisa y actualizada, y se dibujan mapas temáticos.
La respuesta del ACNUR: resolver los problemas apremiantes
El ACNUR ha adoptado un enfoque integral en su trabajo, al incorporar los problemas medioambientales en todas las fases de sus actividades, regidas por el principio “cuanto antes mejor”. El ACNUR intenta minimizar al máximo el impacto a largo plazo sobre el medio ambiente que causan las concentraciones de refugiados. Además de favorecer el medio ambiente, este enfoque es económicamente conveniente, ya que el coste de la rehabilitación medioambiental es considerablemente más bajo cuando antes se han aplicado medidas de protección del medio ambiente.
En los programas de ayuda a los refugiados que vuelven a sus hogares, las consideraciones más importantes a tener en cuenta son una gestión y planificación eficaces. Se pretende que los posibles impactos causados al medio ambiente sean mínimos. Esto se garantizará a base de realizar encuestas in situ y desarrollar planes que tomen en cuenta factores como: la construcción de carreteras, la preparación de terrenos, los sistemas de drenaje y la construcción de viviendas de acogida u otros edificios.
Otro de los objetivos consiste en reducir el nivel de consumo de los recursos naturales al mínimo y mantenerlo así. Para ello, el ACNUR tendría que cerciorarse de que los refugiados tienen cubiertas sus necesidades básicas, es decir, alimentos, agua, herramientas y leña. Esto puede resultar caro y no siempre muy efectivo. Hasta diciembre de 1995, el ACNUR gastó alrededor de 2,5 millones de dólares en proveer de madera a los campos de refugiados de la región de Kagera, Tanzanía. La experiencia ha demostrado que suministrar leña, de forma gratuita, puede provocar altos índices de consumo y tener escasas consecuencias positivas en el medio ambiente de la zona, dado que los refugiados siguen recogiendo leña de los bosques vecinos para luego venderla. La clave, que estos análisis han revelado, reside en la necesidad de crear incentivos, ya sean económicos o de otro tipo, para promover una utilización eficaz de la leña. Uno de los principales problemas de los campos de refugiados es el suministro de leña, por eso, el ACNUR promueve el uso de combustibles alternativos y de cocinas de bajo consumo energético para reducir el consumo de recursos naturales. Se han realizado experimentos con turbas, cáscaras de arroz, residuos de cosecha y energía solar como fuentes de energía alternativa para cocinar. También se promueven formas más eficaces, como el uso de zonas comunes para cocinar. Otros métodos, como, por ejemplo, dejar las habas en remojo durante varias horas antes de cocinarlas, o moler los granos antes de cocerlos, reducen considerablemente el tiempo de cocción, produciendo así un ahorro importante de combustible.
Siguiendo en su línea de investigación minuciosa, el ACNUR está trabajando en el uso progresivo de productos químicos cada vez menos tóxicos y menos dañinos para el medio ambiente, ya sea para fines agrícolas o de otra índole. Siempre que sea posible, se promoverán sistemas integrales de gestión de pesticidas.
Las prácticas de adquisición respetuosas con el medio ambiente ayudan a impedir el uso de sustancias químicas prohibidas a nivel internacional. También, garantizan que los envases y demás materiales sean desechados, reutilizados o reciclados de forma adecuada y segura, y favorecen que la producción de bienes, y su uso y desecho, ocasionen el menor impacto negativo al medio ambiente.
La respuesta del ACNUR: asegurar el sustento
El fundamento de proteger el medio ambiente durante la fase de repatriación y/o asentamiento deriva de la necesidad de asegurar un medio de vida a los refugiados y a los residentes de la zona. Algunos refugiados necesitan ayuda para convivir con su nuevo medio ambiente. No cabe duda que una mejor comprensión y unos conocimientos más amplios sobre cuestiones medioambientales, ayudaría a las personas a actuar de manera más consciente.
Los refugiados disponen de una serie de servicios con el fin de:
- Informar sobre distintas cuestiones, incluyendo las medidas necesarias para proteger y salvaguardar el medio ambiente que los rodea;
- Promover la participación de los refugiados en actividades y proyectos relacionadoscon el medio ambiente;
- Mejorar las relaciones entre los refugiados y la población local;
- Señalar a los refugiados que posean conocimientos sobre gestión medioambiental.
Otros servicios incluyen la educación medio ambiental y las actividades para la obtención de ingresos. En Etiopía, Kenya, Paquistán, Tanzania y Uganda ya se imparte educación medioambiental a los niños en las escuelas. En muchos programas del ACNUR, también se han incorporado proyectos que fomentan la conciencia ecológica. Los proyectos para la obtención de ingresos constituyen una herramienta importante que puede contribuir a una gestión medioambiental acertada y ayudar a que los refugiados sean más autosuficientes. Algunos ejemplos de actividades que generan ingresos son: la pesca, la fabricación de estufas de bajo consumo, los viveros de árboles y de plantas, los programas de fertilizantes y la recogida y reciclaje de desechos. Uno de los puntos fundamentales del programa de concienciación del ACNUR es el de cambiar el concepto de que los refugiados son nocivos para el medio ambiente. Por ejemplo, la presencia de refugiados puede contribuir al empleo local, generar más ingresos mediante la venta de alimentos u otros artículos y también puede servir para atraer organismos dedicados a proyectos de desarrollo a esa región. Además, la mano de obra y los conocimientos de muchos refugiados puede contribuir al desarrollo de nuevas formas de agricultura más ventajosas. Cuando los refugiados intervienen directamente en la gestión, es cuando se observan los mejores resultados. Por ejemplo, en muchos campos de Paquistán, los refugiados han sido encargados de organizar los sistemas de suministro de agua bajo su responsabilidad. De esa manera, las personas tienen más cuidado con la cantidad de agua que consumen. Así, aunque el mandato del ACNUR no cubra la ayuda y el desarrollo a largo plazo, ambos indispensables para un desarrollo sostenible, pone todos los medios para asegurarse que las comunidades locales, las organizaciones no gubernamentales y los gobiernos se involucren en todas las fases de la gestión y del diseño de los proyectos. De esta manera, se ayuda a que las actividades medioambientales de las zonas que acogen a refugiados, tengan una continuidad, aun después de que el ACNUR se haya marchado.
La cooperación internacional y el intercambio de información
La cooperación internacional
El éxito del ACNUR en la respuesta a las crisis internacionales se debe a la cooperación que recibe de otros organismos. A nivel político, los gobiernos han deseado entablar conversaciones sobre las situaciones de emergencia y han ayudado a millones de personas obligadas a huir de sus hogares, ofreciéndoles asilo. Las organizaciones y los gobiernos donantes siguen apoyando el trabajo del ACNUR a distintos niveles. En abril de 1996, se organizó un Simposio sobre el Medio Ambiente y los Refugiados, en cooperación con los donantes y con organismos colaboradores en la ejecución. También se proveen fondos, directamente en apoyo a las actividades en el terreno. Sin tales ayudas, la respuesta del ACNUR en el terreno sería mucho más limitada.
Además de los servicios y de los conocimientos que proveen muchas organizaciones de las Naciones Unidas, un gran número de organizaciones no gubernamentales, nacionales e internacionales, trabajan estrechamente con el ACNUR, desarrollando un papel fundamental a la hora de planear y dirigir actividades medioambientales.
Se están constantemente buscando y experimentando nuevas iniciativas. Se utilizan los resultados para desarrollar las directrices medioambientales que regirán las operaciones en el terreno. Se está desarrollando material de capacitación para formar a la gente local. Con estos programas, se pretende estrechar los lazos entre los refugiados y las comunidades locales, fomentando el intercambio de ideas y estimulando la participación de la mano de obra y poder así mitigar los problemas medioambientales. Se han creado Equipos de Trabajo del Medio Ambiente en muchos países, sobre todo cuando se trata de operaciones a gran escala, en zonas ecológicamente sensibles. Su principal objetivo consiste en asegurar una coordinación más eficiente y en poner en marcha actividades medioambientales.
El futuro
Las tragedias humanitarias no van a desaparecer. El medio ambiente seguirá en peligro. Muchos de los recursos naturales de la Tierra han sido seriamente degradados o agotados; los recursos de la tierra cultivable se ven seriamente amenazados; el agua potable se ha vuelto un bien cada vez más escaso. La explotación inesperada y masiva de estos recursos por parte de los refugiados, no hace más que agravar la situación. El papel fundamental del ACNUR es dar soluciones duraderas a estas situaciones. Junto con otros muchos organismos, juega un papel importante de coordinador y catalizador de la protección de millones de vidas humanas, aportándoles esperanza para el futuro. Además, al proteger el medio ambiente, contribuye al bienestar del mismo a nivel local y nacional, asegurándose la disposición por parte de los gobiernos a ofrecer asilo a los refugiados, cuando sea necesario. No cabe duda que su papel de mediador entre el satisfacer las necesidades humanas y el propiciar un medio ambiente sano, es de vital importancia.
El ACNUR se ha comprometido fuertemente a salvaguardar el medio ambiente en todas sus operaciones. Esto no tiene porqué ser considerado como una desviación de su programa principal. Más bien, se podría interpretar como una forma de reforzar sus actividades sobre el terreno: el trabajo del ACNUR debería contribuir, de forma positiva y duradera, a la gestión sostenible de los recursos naturales, tratando de resolver aspectos medioambientales y reducir el impacto de los refugiados sobre el medio ambiente local y sobre las comunidades locales.
Con este tipo de iniciativas, podremos eliminar gradualmente algunos de los dilemas con los que se enfrentan los refugiados cada día. Podemos ayudarles a forjar un futuro más brillante y más seguro para ellos y para sus familias. Podemos ofrecerles esperanzas cuando no les queda nada. Si trabajamos juntos, podemos ayudar a los refugiados de Tanzania y de Kenya, uno por uno, a que superen sus miedos y sus preocupacions. Si trabajamos juntos, podemos ayudar a los refugiados de Azerbaiyán, Burundi, Guinea, Irán, Paquistán, Sudán y de otros países, a rehacer sus vidas y a contribuir al desarrollo de un futuro sostenible.