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Un talentoso refugiado somalí sueña con una nueva vida en Estados Unidos |
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Era junio de 2009 cuando hombres armados de Al Shabaab irrumpieron en la casa de su padre, profesor y cofundador de la Escuela de Arte “Picasso” en Mogadiscio. Le dispararon, así como a sus tres hijos pequeños, y golpearon violentamente a su madre, Lul, dejándola en coma durante semanas. Abdirahim tenía sólo 11 años en ese momento, y estaba en la escuela con su hermano mayor Abdulahi. Como resultado, ambos se salvaron, junto con otros tres hermanos que también lograron escapar del fuego de los hombres armados. “Todo el mundo tiene una razón para vivir, y para mi padre, esa escuela era su vida”, cuenta Abdirahim mientras da un sorbo a un café ‘macchiato’ en el comedor de la oficina de ACNUR en Adís Abeba, en Etiopía. “Cuando era pequeño, me llevaba sobre su espalda mientras daba clase”. Tras el ataque, con su madre yaciendo inconsciente en una cama de hospital, los vecinos rápidamente se organizaron para que los dos hijos mayores huyeran con ellos fuera de Mogadiscio en el siguiente vuelo disponible a Hargeisa, en el norte de Somalia. Desde allí cruzaron la frontera hacia Etiopía y encontraron seguridad en el campo de refugiados de Aw-barre, donde vivía su abuela. Cuando la madre de Abdirahim salió del coma y se encontró suficientemente bien como para viajar, se fue con el resto de sus hijos a Aw-barre. Fue un emotivo reencuentro con sus hijos mayores. Más tarde, se casó con el tío de Abdirahim, después de que éste se uniera a ella y a sus hijos en Aw-barre, en 2011. “Estábamos contentos de tener un papá y ser de nuevo una familia al completo”, dijo Abdirahim. La vida en Aw-barre era dura. Él y sus hermanos y hermanas ganaban algo de dinero para complementar sus raciones alimenticias pintando letreros y carteles para ACNUR y otros socios durante los eventos, incluyendo el Día Mundial del Refugiado. Pero, después de que se corriera la voz sobre su talento, la familia fue finalmente asistida para abandonar Aw-barre y trasladarse a Adís Abeba, donde podrían utilizar sus habilidades artísticas para ganarse la vida. También recibieron apoyo del programa para refugiados en zonas urbanas de ACNUR. El año pasado, Abdirahim ganó el primer premio en el concurso de arte organizado por ACNUR en Somalia con motivo del Día Mundial del Refugiado gracias a una pintura sobre el tema “Mi Somalia”, que representa el apoyo de ACNUR a los refugiados y desplazados internos. Hoy en día, a pesar de todo lo que ha vivido, el joven artista es capaz una vez más de soñar “a lo grande”, ya que él y su familia han alcanzado la etapa final de lo que será un proceso de reasentamiento en Estados Unidos. “Quiero esperanza”, dice. “Devolver esperanza. Quiero vivir una vida artística”. Está deseando mejorar su inglés y aprovechar su talento artístico en la escuela secundaria. Pero en realidad, todo lo que sueña es con una vida mejor lejos de Mogadiscio, de Aw-Barre, y de Adís Abeba, una ciudad que describe como “buena y llena de paz, pero que sigue siendo difícil”-. Incluso espera trabajar para ACNUR en el futuro. “Esperamos que ahora todos podamos recibir una buena educación y tener un buen futuro”, concluye Abdirahim, mientras termina su café. “La vida que nuestro padre soñó para nosotros y que le costó la suya”. Picasso estaría orgulloso. Por Andy Needham en Adís Abeba, Etiopía. |