Jóvenes refugiados en Pichincha, Ecuador: Reforzando el acceso a educación universitaria
QUITO, Ecuador, 15 de septiembre de 2016 (ACNUR) - Alejandro* se prepara para iniciar un nuevo día de clases: agarra su mochila, cuenta el dinero que tiene en el bolsillo, se despide de su familia y sale de su casa cargado de sueños, ilusiones y películas. Estudia Cine, y como otros cuatro jóvenes refugiados, está en el segundo año de carrera gracias a una beca en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
“Sin la beca, yo estaría por ahí, no sé, buscándome la vida. La educación puede cambiar realmente la vida de alguien que piensa que su futuro ya ha sido negado”, explica este joven refugiado de origen colombiano de 21 años. “De repente se abre un nuevo camino y es la oportunidad de volver a soñar, de volver a vivir. Para mí ha sido un cambio trascendental”.
Como muestra un estudio realizado por ACNUR en 2015, del total de población encuestada de más de 18 años que reside en Ecuador, sólo el 3.1% había obtenido estudios universitarios. A pesar de lo cual, la misma fuente muestra que, para jóvenes de entre 18 y 25 años, el 13.9% asisten a la universidad**. En un país con la mayor población refugiada de América Latina, donde más de 230.000 personas han solicitado el asilo desde el año 2000, la falta de recursos económicos limita el acceso a estudios universitarios para los jóvenes refugiados.
Con el interés de favorecer mayores oportunidades de inserción en la educación superior para jóvenes que han debido huir a causa de la guerra y la persecución, el ACNUR y la prestigiosa Universidad San Francisco de Quito (USFQ) lanzaron en 2015 una iniciativa para incluir a jóvenes refugiados en el programa de becas de la USFQ, con el fin de facilitar que estudiantes de diversas minorías, escasos recursos y con buenos resultados académicos pudieran continuar su educación. Gracias a las becas, los jóvenes refugiados cursan carreras y acceden a todos los servicios de la universidad, como programas de intercambio.
“El cine es genial porque es una forma de contar historias que pueden llegar incluso al corazón y la mente de cualquier persona. Para esto la universidad, los profesores de primer nivel y los estudiantes ayudan a que el ambiente educativo y personal sean los mejores, motivándome así a ir todos los días a dar lo mejor de mí para en el futuro ayudar a construir un mundo mejor. Un mundo en donde me veo actuando, aprendiendo…”
Como cuenta Diana*, otra de las becarias: “Sin la beca probablemente yo estaría trabajando junto a mi papá para sobrevivir”. La madre soltera que estudia medicina añade: “Estudiar representa grandes posibilidades de llegar a ser profesional, así como un camino para superar los malos momentos que pasé en Colombia”.
“No imaginábamos que estos jóvenes pasaran situaciones tan críticas en su país de origen. Pero tampoco sabíamos lo que viven en Ecuador en cuanto a discriminación y falta de oportunidades de empleo y educación”, explica David Romo, director del programa de becas de la Universidad. “Qué mejor que ayudar a los jóvenes creando oportunidades para ellos y reforzando su identidad”.
Así mismo, para garantizar que los becarios refugiados puedan mantenerse en la universidad y puedan cumplir sus metas y objetivos, la Fundación de las Américas (FUDELA), organización socia de ACNUR, se encarga del seguimiento psicosocial cercano y directo a través de una metodología que asocia el uso del tiempo libre y el deporte con la generación de valores como el liderazgo y trabajo en equipo.
“Las personas refugiadas traen consigo sus capacidades, su esfuerzo, su deseo de superación. Invertir en educación para estos jóvenes es invertir no sólo en su el futuro, sino también en el desarrollo del Ecuador”, asegura María Clara Martín, Representante del ACNUR en Ecuador.
El ejemplo de la Universidad San Francisco ha abierto una puerta al diálogo con otras universidades. Pero es, además, un ejemplo que inspira a otros jóvenes a soñar con una carrera. Oportunidad que, si Alejandro y Diana aprovechan, puede ampliarse a nuevos estudiantes.
*Todos los nombres han sido cambiados por razones confidencialidad.
**Fe de errores: En la versión previa publicada se utilizaba, la expresión “tasa de acceso”. Con el fin de evitar cualquier confusión con el uso que dicha expresión, se ha modificado el texto corrigiendo las cifras relativas a la población que ha alcanzado estudios universitarios así como aquéllos que en la actualidad asisten a instituciones educativas de tercer nivel.
Por Daniel Iza en Quito, Ecuador.