LETONIA Y ESTONIA

HISTORIAS DE APATRIDIA

In 1991, Latvia and Estonia re-established their independence. The dissolution of the USSR paved the way towards new citizenship legislation, but policies put nationality out of reach for one segment of the population residing on their territories.

In Latvia, they are known as ‘non-citizens’ and issued with passports, with a different colour to those of Latvian nationals, which clearly indicate their status. In Estonia, too, stateless people are issued with an ‘alien’s passport,’ commonly known as a ‘grey passport’ due to its colour.

In this photo set, the stories of stateless and formerly stateless people in Latvia and Estonia are brought to light. Some of those featured continue to live a life in limbo, while others have acquired nationality by successfully passing a number of mandatory exams.

However, times are changing and there is hope on the horizon. In Estonia, a new law means that from 2016 nobody will be born stateless. Additionally, all children up to the age of 15 who were born stateless in Estonia will acquire nationality, and elderly stateless people will find it easier to do the same. Latvia is also allowing children of stateless people who were born in their territory to acquire nationality in a simplified way.

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Aleksandr es un “no ciudadano” nacido en Riga. Trabaja como periodista para el servicio en lengua rusa de la radiotelevisión letona. Su saga comienza en 1991, cuando Letonia volvió a ser independiente. En aquella época Aleksandr estaba viviendo en Rusia, del otro lado de la frontera, y no pudo votar en el referendo que ratificó la independencia. En cambio su padre votó a favor. Según Aleksandr, al padre le habían prometido la nacionalidad y nunca se la dieron. Desde entonces los dos son apátridas: Aleksandr lo vive “como un herida que se transmite de generación en generación”, mientras que el padre, a los 76 años, no logra olvidar la “promesa incumplida”. ACNUR / L.Charrier *** Gracias a la Voluntaria en Línea Delia Tasso por la traducción del inglés de los textos.

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El ‘pasaporte de extranjero’ de Estonia. Estonia entrega el pasaporte para extranjeros (conocido también como‘pasaporte gris’) solamente a los residentes apátridas. El titular tiene derecho a volver a Estonia mientras el pasaporte sea válido. ACNUR / L. Charrier *** Gracias a la Voluntaria en Línea Delia Tasso por la traducción del inglés de los textos.

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“En Estonia es como si las personas apátridas se vieran forzadas a pedir la ciudadanía. Uno debería hacerlo si lo desea, cumplir todos los trámites necesarios y quedarse tranquilo”. Sus padres eran originarios de Voronezh (Rusia) y se radicaron en Estonia hace cuarenta y cinco años. Obtuvo la ciudadanía estonia en 2010. Cuando estaba en la escuela repitió dos veces el examen de idioma. La segunda vez sacó un punto menos del mínimo y abandonó la idea. La retomó más adelante, tras completar una maestría en una universidad estonia. Como había estudiado la mayoría de las materias en estonio, anexó a su solicitud el título universitario y el certificado de que había aprobado el examen sobre la Constitución de Estonia. ACNUR/ L. Charrier *** Gracias a la Voluntaria en Línea Delia Tasso por la traducción del inglés de los textos.

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Aleksei Ruljov, flamante ciudadano estonio, en el puerto abandonado de Tallinn. “Este bote semihundido me recuerda a la Estonia actual, una mitad sobresale de la superficie del mar, la otra está debajo”, dice Aleksei Ruljov. Nació en Estonia y vivió en Tallin toda su vida, pero pudo adquirir la ciudadanía recién el año pasado, tras repetir dos veces el examen de idioma y tres el de Constitución de Estonia. “Quienes intentan obtener la ciudadanía sin pasar por los exámenes reivindican un principio y luchan por un camino alternativo de forma pacífica”, sostiene. Y añade: “Mi principal motivación para obtener la ciudadanía era poder votar y tener una participación activa en la vida pública de Estonia”. ACNUR / L. Charrier *** Gracias a la Voluntaria en Línea Delia Tasso por la traducción del inglés de los textos.

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Valentina y sus nietos en Riga, capital de Letonia. Es la única de la familia que sigue siendo‘no ciudadana’. Valentina y su familia se mudaron a Letonia en 1983 y hoy sus cuatro hijos son ciudadanos letones. Votó por la independencia en 1991 pero para su desilusión, no adquirió la nacionalidad por no cumplir con los requisitos desiguales que se aplicaban los residentes. Debía dar un examen de letón y como no lo hablaba con fluidez, creyó que no iba a aprobarlo. “Soy ciudadana de ninguna parte, Cuando viajo con mi familia los funcionarios de inmigración se quedan mirando mi pasaporte de no ciudadano como si fuera una pieza de museo”, dice. ACNUR / L. Charrier *** Gracias a la Voluntaria en Línea Delia Tasso por la traducción del inglés de los textos.

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Valentina y sus nietos en Riga, capital de Letonia. Es la única de la familia que sigue siendo‘no ciudadana’. Valentina y su familia se mudaron a Letonia en 1983 y hoy sus cuatro hijos son ciudadanos letones. Votó por la independencia en 1991 pero para su desilusión, no adquirió la nacionalidad por no cumplir con los requisitos desiguales que se aplicaban los residentes. Debía dar un examen de letón y como no lo hablaba con fluidez, creyó que no iba a aprobarlo. “Soy ciudadana de ninguna parte, Cuando viajo con mi familia los funcionarios de inmigración se quedan mirando mi pasaporte de no ciudadano como si fuera una pieza de museo”, dice. ACNUR/ L. Charrier *** Gracias a la Voluntaria en Línea Delia Tasso por la traducción del inglés de los textos.

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Jelena Grisle lleva 31 años en Letonia. La foto fue tomada en la ciudad de Jelgava. “Mi hogar está donde vive mi familia. Somos un todo, yo soy mi familia”, dice. De origen belarusa, se instaló en Letonia con sus padres y tres hermanos en 1987. En 1992 se casó con un ciudadano letón y obtuvo la ciudadanía 11 años más tarde. “Letonia es mi patria y mi país”, repite. Solamente los ciudadanos letones tienen acceso a los empleos públicos y ahora Jelena trabaja para la municipalidad de Jelgava. “La ciudadanía me dio tres cosas: estabilidad como ser humano, el sentimiento de pertenecer a un país y el derecho al voto”. ACNUR / L. Charrier *** Gracias a la Voluntaria en Línea Delia Tasso por la traducción del inglés de los textos.

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Vaclavs Gerajevskis en Jelgava (Letonia) rodeado por los diplomas que obtuvo en Belarús. Vaclavs tiene 59 años y ha vivido 27, la mitad de su vida, en Letonia. Cuando se le pregunta dónde está su hogar, responde: “Déjeme pensarlo... para mí la línea que separa a Letonia de Belarús es muy delgada, pero en Belarús me siento más en casa”. Belaruso de nacimiento, en 1987 fue a Letonia por dos meses para hacer una pasantía en ingeniería mecánica. Allí conoció a su futura esposa, letona, y decidió quedarse. Se naturalizó letón hace doce años. Su esposa y su hijo son ciudadanos de Letonia y Vaclavs valora el derecho a participar como ellos de manera activa en la vida pública: puede votar en las elecciones y goza de las mismas prerrogativas que la ley reconoce a todos los ciudadanos. ACNUR / L. Charrier *** Gracias a la Voluntaria en Línea Delia Tasso por la traducción del inglés de los textos.

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Pjotrs Sakovs y su pareja Jevgenija a la salida de la ceremonia de ciudadanía en Riga, Letonia. El 24 de septiembre de 2014, con veinticinco años, Pjotrs prestó juramento de fidelidad a Letonia. Jevgenija, su pareja, se había naturalizado cinco años antes. Ahora el pasaporte de Pjotrs ya no es de color violeta, es borgoña como el de Jevgenija. Ambos nacieron en Letonia, pero Jevgenija fue la primera en aprobar el examen de letón. Pjotrs no tuvo éxito a pesar de que creía manejar bien el idioma. El escrito le pareció muy difícil. Los padres de Pjotrs son ‘no ciudadanos’ pero no quieren nacionalizarse porque, como a muchas personas mayores, la barrera del idioma les parece insuperable. Sin embargo, el padre insistió para que Pjotrs sacara la ciudadanía. Pjotrs cuenta que cuando era ‘no ciudadano’, cada viaje era una “pesadilla administrativa” de largos trámites y costos extra. Como ciudadana letona, Jevgenija podía viajar a Londres sin visado, mientras que a Pjotrs le costaba 200 euros obtener el suyo. ACNUR / L. Charrier *** Gracias a la Voluntaria en Línea Delia Tasso por la traducción del inglés de los textos.

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Liudmila Ohotinska, naturalizada letona en el verano de 2014. Liudmila nació en Letonia de padre polaco y madre rusa. Su marido y sus dos hijos adultos son letones. Antes de adquirir la ciudadanía en 2014 frecuentó en la ciudad de Jelgava diferentes cursos de idioma letón y de integración social. Solamente ella y otros seis compañeros aprobaron el examen de idioma. Liudmila cree que el nivel de dificultad era demasiado elevado. "Ser la única de la familia sin ciudadanía me hacía sentir rara. Una vez fui en autobús a Polonia y solamente a mí me pidieron que mostrara el pasaporte de no ciudadana. Me dio vergüenza tener que identificarme así". ACNUR / L.Charrier *** Gracias a la Voluntaria en Línea Delia Tasso por la traducción del inglés de los textos.