No sólo estudiando se educan los jóvenes: una jornada vacacional en la frontera norte de Ecuador

Foto: Nery Valencia, ACNUR Ecuador.

Foto: Nery Valencia, ACNUR Ecuador.

Son veinticinco los jóvenes que estudian en el colegio San Miguel de Puerto El Carmen (Sucumbío). Con sus papás y mamás, hoy se divierten juntos. Vemos que juegan con los globos, como si fueran niños y niñas… Se movilizan de un lugar a otro del salón buscando su juguete para cumplir con la meta de no hacerlo caer. Ese ir y venir permite encontrarse con personas cercanas, pero también con personas con las que que apena nos hemos saludado.

La jóven Sofía, hija de Gloria dice que estudia para convertirse en ingeniera como esas personas que trabajan en el campo, enseñando a la gente para que mejore la producción agrícola y ganadera. Doña Gloria, tiene 2 hijos y 2 hijas, viven en una  comunidad del Putumayo desde hace 8 años, a donde llegaron en condición de refugiados.

“La vida ha sido muy dura, no siempre hay trabajo… Gracias a Dios, los vecinos nos han apoyado y nos han permitido integrarnos a la comunidad -dice doña Gloria-, y ahora ya tenemos una tierrita en donde sembramos maíz, platano y yuca. Hemos sembrado cacao y ya está produciendo; también tenemos unas dos cabezas de ganado”.

Este grupo de estudiantes viven en comunidades muy lejanas, donde la movilización es muy onerosa. Allá donde las escuelitas carecen de buenos profesores, materiales y conectividad; en donde no llega la educación secundaria; donde las familias no tienen ingresos suficientes para enviar a sus hijas e hijos al colegio en la ciudad.

De esas comunidades ubicadas en las riberas de los ríos San Miguel y Putumayo, vienen estos estudiantes del colegio San Miguel. Los jóvenes se benefician con una beca para financiar el costo del internado, útiles escolares y uniformes. Además participan en los programas Habilidades para la Vida e Iniciativas Juveniles, implementado por RET agencia socia de ACNUR, gracias al apoyo del programa Niños de Paz del Departamento de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea, ECHO.

Hoy es un día de juegos lúdicos y deportivos; de reflexiones y encuentros, en el que observamos que madres, padres y jóvenes conforman grupos y conversan de sus sueños, sus problemas, ilusiones y esperanza.

Don Fausto es el padre de María, estudiante del octavo año de educación básica, de la comunidad Pururé. Cuando terminó la escuela, María era muy retraída, no hablaba bien, ella sufre cierta discapacidad de dicción que no le permite pronunciar bien las palabras, esa deficiencia la acomplejaba y apartaba de las compañeras y compañeros. Don Fausto  nos dice que está muy contento porque su hija ha mejorado mucho.

“Gracias a la beca que nos han dado RET y ACNUR, pude matricular a mi hija para que estudie en el colegio San Miguel, y con los talleres de motivación que les han dado los de RET, ahora ya la miro que conversa con otras personas y participa y se ríe”.

Don Fausto es ecuatoriano, su hija también, a su comunidad han llegado más de diez familias colombianas que se han refugiado en esta comunidad.

“Estas familias son muy buenas, muy trabajadoras y se han adaptado rápidamentes a nuestras construmbres –dice don Fausto-. “También nos han enseñado muchas cosas nuevas. Muchos colombianos y colombianas están vinculados a la dirigencia de la organización y son muy activos”.

A final de la convivencia, los papás y las mamás se llevaron el compromiso de organizarse en sus comunidades y promover espacios para jugar y divertirse juntos con sus hijas e hijos. Porque no solo estudiando se educan las pesonas.

Por Nery Valencia en Lago Agrio.


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