Diego sueña con obtener su título en ingeniería mecánica
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Diego, 25 años: “Mis padres me enseñaron a ser disciplinado y siempre me he enfocado en ser una mejor persona. Cuando llegué a Venezuela, al principio fue difícil inscribirme en una escuela, ya que no tenía los documentos necesarios. Gracias a la red de protección (Servicio Jesuita a Refugiados), comencé a los 15 años en una escuela local y, después de tres años, me gradué como segundo promedio de mi clase”.
“Cuando empecé en la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET) tuve problemas de nuevo por la falta de documentos de identidad, pero las autoridades de la universidad hicieron una excepción y me permitieron estudiar la carrera que quería: ingeniería mecánica. Gané una beca después de un año por mi rendimiento académico y ahora estoy esperando naturalizarme para obtener mi diploma”.
“Con mi conocimiento, quiero contribuir a la sociedad. Siento amor por este país, ya que me dio la bienvenida y es el lugar donde crecí. El estar en la universidad me hace sentir agradecido por todo lo que este país me ha dado. No me veo en otro lugar”.
“Con los recursos limitados que tengo, a veces no puedo comer y tengo que esperar mis comidas en la universidad. Siempre recordaré cuando sólo tenía una camisa y montaba mi bicicleta para ir a la escuela. Quiero decirles a todos, ‘No tengan miedo, porque con esfuerzo y dedicación se puede salir adelante. No dejen sus estudios atrás’”.
“A pesar de todos los obstáculos que mi familia y yo hemos tenido que superar, desde nuestra llegada los venezolanos nos han dado una cálida bienvenida”.
Hay miles de refugiados reconocidos en América Latina, la mayoría de ellos colombianos que han huido del conflicto armado. Al igual que muchos solicitantes de asilo, la familia de Diego cruzó la frontera en busca de seguridad y un mejor futuro para sus hijos.
Cuando la familia Rodríguez llegó a Venezuela, Diego trabajaba con su padre en la reparación de bicicletas. Las habilidades mecánicas que aprendió con el apoyo de sus profesores, le ayudaron a convertirse en un estudiante de ingeniería mecánica de alto nivel en la UNET. Diego sueña con devolver el apoyo a su país de acogida y a sus padres. Por ahora, debe esperar por sus documentos de identificación para poder recibir su título universitario.
ACNUR está trabajando actualmente con las instituciones de gobierno para coordinar una solución a la necesidad de documentación de los solicitantes de asilo. Con el apoyo de la Defensoría del Pueblo de Venezuela y el Ministerio de Educación se está permitiendo el acceso de los refugiados a las escuelas y universidades.
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Se percibe que el desplazamiento de refugiados colombianos hacia Venezuela ha disminuido considerablemente en los últimos dos años. A pesar de los avances en los diálogos de paz en Colombia, ACNUR continúa detectando asentamientos dispersos de personas con necesidad de protección internacional que podrían calificar como refugiados.
El enfoque principal de las operaciones del ACNUR es promover soluciones efectivas para todas las personas con necesidad de protección internacional. Estar documentado ofrece seguridad y acceso a los derechos y medios de vida en Venezuela. Para los refugiados como Diego, esta solución es clave para hacer realidad su sueño de convertirse en un ingeniero mecánico.
er.
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