“Estamos aquí para aprender con ustedes”
Hace poco tuve la oportunidad de participar en un encuentro con los profesores del Colegio San Miguel, cantón Putumayo (provincia de Sucumbíos), coordinado por la organización socia RET. En este colegio, donde se educan más de medio millar de jóvenes, el 40% del alumnado procede de comunidades ubicadas en la línea fronteriza entre Ecuador y Colombia. Una línea de frontera marcada por el río Putumayo, donde pequeñas comunidades rurales se esparcen en una zona aislada y remota de la Amazonía ecuatoriana.
“Conozco a un alumno, se llama Roberto*, que ya tiene tres años estudiando en este colegio”, explicó el inspector del colegio, Cristian García, durante el encuentro. “Al inicio era bien bajo en las notas, no comprendía nada, era poco participativo, incumplido con los deberes. Todo el mundo le hablaba con prejuicio”.
Y continúa: “Yo creo que nosotros no lo comprendíamos a él. Viene de una familia que llegó a una comunidad ecuatoriana, huyendo de la violencia. Dejaron todo en su tierra natal para proteger sus vidas. Y en Ecuador, les falta mucho: tierra, vivienda y trabajo. Así Roberto no tenía posibilidad de rendir y responder en sus estudios”.
Medio centenar de los jóvenes en la institución tiene como única alternativa para poder asistir a clases permanecer internos durante la semana. De ellos, treinta son adolescentes de origen colombiano en situación de refugio en Ecuador.
Con el fin de apoyar el esfuerzo familiar para que niños, niñas y adolescentes puedan continuar sus estudios, y como parte de la Iniciativa Integral de Soluciones impulsada por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Ecuador, se ha desarrollado un programa de apoyo financiero para cubrir los gastos en el internado, materiales escolares, uniformes y el acompañamiento en la serie de actividades extracurriculares relacionadas con la cultura, el deporte, la integración y la producción.
“Roberto ahora ha mejorado su rendimiento y calificaciones”, prosigue el inspector. No falta a las jornadas Juveniles y está bien motivado. La paciencia y el valor de su familia han transformado esa realidad inicial. Ahora tenemos un Roberto emprendedor, referente entre sus compañeros y compañeras y sueña en una vida mejor para su pueblo”.
Este proceso coordinado por RET y con el apoyo de la iniciativa Niños de Paz del Departamento de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Unión Europea (ECHO), apoya a estos jóvenes viviendo en una zona donde el conflicto sigue latente. Y favorece una intensa participación de las familias, quienes aportan productos de la zona para la manutención de sus hijos, y juegan un rol activo en actividades comunitarias organizadas en el colegio. Con lo que, no solo se favorece la inserción y permanencia de los chicos en el sistema educativo, sino que, además, se impulsa un proceso de integración no siempre sencillo.
La reunión con los docentes fue muy amena, participativa y gratificante. Surgieron muchas preguntas e inquietudes sobre refugio y derechos de la población refugiada.
“Yo tengo a una estudiante, Margarita*, que es colombiana”, dijo la profesora Eugenia Silva. “Apenas llegó hace dos meses con su familia, con quien vive en la comunidad Litoral, ribera del río Putumayo. Tiene dos hermanos: el uno es menor y asiste a la escuela de la comunidad; el otro no está estudiando. A veces le dan trabajo en las fincas de los vecinos y el pago es muy poco. Junto a su papá a veces visitan varios lugares de la zona para encontrar un trabajo como jornalero. Por las distancias, a veces no llega a dormir en la casa. La mamá, sufre mucho”.
“Esta familia con visa de refugio, sin acceso efectivo a los derechos como la salud, la educación, al trabajo y la seguridad, no tenían la mínima posibilidad de matricular a su hija en un colegio de secundaria. En la comunidad no hay colegio y salir a Puerto El Carmen es muy oneroso. Sin embargo Margarita ahora está estudiando gracias a esta beca”.
Margarita y Roberto, al igual que otras 60.000 personas, vinieron de Colombia a Ecuador en busca de seguridad, de futuro. Desde la comunidad fronteriza en la que viven, son ejemplo de superación, fruto de la dedicación, sacrificio y esfuerzo personal y familiar. Y, a la que se suma el aporte y la voluntad de directivos y docentes interesados en entender plenamente la realidad de la población con necesidad de protección internacional.
“Estamos aquí para aprender con ustedes”, dice Rosana, funcionaria de RET, “para construir formas alternativas de educación y asegurar a este centenar de estudiantes, de jóvenes refugiadas, refugiados y locales, la plena integración como una solución duradera a su vida”.
Nery Valencia en Lago Agrio (Sucumbíos, Ecuador).
*Nombres cambiados por motivos de confidencialidad.