La historia de Rosa

© ACNUR

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Cuando Rosa, quien ahora tiene 35 años, completó sus estudios universitarios empezó a trabajar como auditora en una empresa local. Su persecución inició cuando descubrió allí un lavado de dinero de parte de grupos armados ilegales y manifestó a sus superiores que los denunciaría. Entonces comenzó a recibir amenazas continuas para silenciarla. Pese a ello, decidió contarle la situación a un periodista, quien fue asesinado, atropellado por un vehículo a las pocas semanas. Semanas más tarde, a su madre también la atropellaron y quedó con daños permanentes en su cadera. Rosa siguió recibiendo amenazas tras mudarse a otra región, y decidió cruzar la frontera con Venezuela junto con su madre y sus dos hijos.  Varios meses después de su llegada al país, Rosa fue secuestrada por dos hombres, quienes le hicieron referencia al caso en su país de origen. Abusaron sexualmente de ella y producto de esto tuvo a un bebé.

Ante esta situación, ACNUR gestionó el reasentamiento de Rosa y su familia otro continente, en donde pudieran garantizar su protección. Allí han reiniciado sus vidas con paz y esperanza. En palabras de Rosa: “lo más importante es creer en ti mismo, tener valor, sentir que podemos lograrlo, aun cuando estemos solos. Somos lo suficientemente fuertes para lograrlo; lo única que necesitas es fortaleza para luchar por lo que quieres”.

Los nombres originales y algunos detalles de las historias fueron adaptados en resguardo a la protección de las personas de interés del ACNUR.


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