Forzado a huir de su hogar en Siria, Hany se aferra a sus sueños:  “Cuando tuve una cámara entre mis manos por primera vez, tuve la extraña sensación de que formaba parte de mi cuerpo, y yo parte del suyo. Este sentimiento se hizo más fuerte con el tiempo.
La tarea más importante que tuve que hacer en un taller de fotografía fue sobre los sueños. Me hice un autorretrato con una cámara de mentira. Los sueños y aspiraciones son lo que más duele de ser refugiado.
Siempre recordaré la historia que nos contó un profesor de fotografía sobre un anciano al que había ayudado a conseguir el sueño de su vida: grabar un álbum de piano. Finalmente lo consiguió a los 85 años. Yo no quiero esperar tanto tiempo para hacer realidad mis sueños”.

Este Día Mundial del Refugiado, forma parte del sueño de Hany.
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VIDEO: Hany fotografía a su hermano pequeño, Ashraf, que nació el 15 de marzo de 2011, el día en que comenzó el conflicto en Siria. © ACNUR/UNHCR/E.Byun

Hany nunca imaginó que se convertiría en refugiado. Pero hace tres años, después de que varios miembros de su familia fuesen asesinados en sus casas en Siria, Hany huyó del país junto al resto de sus familiares.

Su hermano Ashraf nació el día en que empezó el conflicto: el 15 de marzo de 2011. Sólo 20 días después, la violencia llegó a su barrio. Las bombas caían y las ventanas temblaban. “Durante un año y medio nos encerramos dentro de casa”, recuerda la madre de Hany. “Vivíamos hacinados en una habitación, dormíamos allí y comíamos allí”. Permanecieron así hasta que el horror alcanzó a su familia: una tía, un tío y un primo fueron asesinados en sus casas, degollados. Fue la gota que colmó el vaso. Después de huir, su casa fue saqueada e incendiada.

Refugiados. Personas normales que viven una situación fuera de lo normal.
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